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José Luis Iglesias ordeña a mano.  
«Si viniera el lobo, sería mi fin como cabrero»

«Si viniera el lobo, sería mi fin como cabrero»

José Luis Iglesias es de los pocos tradicionales que quedan en Salamanca: «Lo conozco, sé bien lo que hace y es muy bonito pero para los animalistas»

Susana Magdaleno

SALAMANCA

Domingo, 15 de diciembre 2024, 12:27

José Luis Iglesias es cabrero de los de antes, de los pocos que quedan. Era trashumante y en una de sus estancias en El Cerro conoció a su mujer y se instaló al final en el municipio salmantino. De eso hace ya 40 años. Desde entonces tiene ovejas y, sobre todo, cabras, y las tiene al modo tradicional, de pastoreo, con encierro de noche. En verano, ordeña a las cinco y no vuelve hasta a lo mejor las 12. Ahora, en invierno, ordeña y sale más tarde al campo, de donde no vuelve hasta que anochece. Es el único que queda en la zona de El Cerro y se cuentan prácticamente con los dedos de la mano los tradicionales que aún permanecen en la provincia de Salamanca. La buena notica para él es que ya está en el momento de jubilarse y detrás de él vendrá su hijo, que ha decidido quedarse con la explotación. Le insiste en dejar más cabras: su padre sólo quiere cabra serrana «porque es la que mejor desbroza, aunque también cada vez sea más difícil de encontrar por la falta de cabreros.

Si llegara el lobo a Béjar-Candelario, como apuntan expertos como el biólogo Mario Sáenz de Buruaga que podría ocurrir, José Luis teme que su modelo de explotación dejara de ser rentable. «Si estuviera allí, llegaría aquí en un noche», advierte, «y yo sé cómo es porque lo conocí de chaval: nos atacaba mucho y las pérdidas eran grandes porque la gente piensa que el lobo mata a una y ya está y no es así. El lobo llega a todo lo que ve correr, todo lo quiere apañar y mata y muerde, y a la que muerde la deja estropeada de por vida. Es muy bonito para el animalista pero que no venga aquí», apunta. «Se acabaría la libertad que tenemos, que dejas el ganado suelto en tiempo bueno y sabes que al día siguiente va a estar bien y que ha comido. Pero habiendo lobo, ni con mastines, ni con nada».

Ahora en la zona su preocupación es el zorro, que se come los cabritos. «Por ejemplo, pare una cabra y es muy fácil que se te quede en el campo. Cuando la ves la encuentras pero sin cabrito. Te fastidia la temporada pero es menos dañino que el lobo, que va a saco». Y con el zorro, los tres mastines que tiene no pueden «porque son muy listos», pero estos perros protegen a las cabras del meloncillo, que José Luis denuncia que cada vez abunda más en la zona. «El meloncillo está creciendo por aquí muchísimo y también ataca a lo pequeños: menos mal que los tienen vigilados los mastines».

En su zona tampoco puede poner perros más agresivos por los excursionistas, «que no entienden esto». Y cuenta José Luis que «se hacen más fotos con las cabras que me hago yo» y «no se dan cuenta de que vienen con perrito o a lo mejor con los perritos y cuanto se meten entre las cabras, sobre todo si van con ellos, está el lío. Los excursionistas no entienden que el mastín está para proteger a las cabras y que eso no lo soporta».

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