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Así, sobre el papel, Christophe Hansen resulta el comisario soñado por tantos. El ideal, el elegido. Será porque lo que dijo en su comparecencia previa a su designación como comisario se parecía a lo que pedían agricultores y ganaderos desde los tractores a principios de año. Y a lo mismo que repitieron después y aún ahora.
Hansen relató los problemas que se gritaron entonces en las calles. Y habló como comisario, no como agricultor o ganadero, y para poner solución. Se le vio con ganas, con sensibilidad y con empatía y eso sorprendió.
Gritaban en las calles desde los tractores que aquí se producen alimentos sanos y pedían cláusulas espejos, y lo que hizo Hansen fue ensalzar la labor de agricultores y abogar por controles en frontera. Dijo el comisario lo que tanto ha dicho el agricultor y tanto ha repetido el ganadero: que la Unión Europea depende de los alimentos sanos y de calidad que se producen en las explotaciones. Y que estas explotaciones garantizan la seguridad alimentaria y también la belleza y la biodiversidad de los países. Y que, además, mantienen vivo el patrimonio cultural. Que hacen todo lo contrario a estorbar y gusta escucharlo, por la novedad.
Repitió lo que venía en tantas pancartas, eso de precios justos. Y lo de menos burocracia. Hansen, criado en una granja de vacas de leche, habló emocionado de su hermano y reconoció que los agricultores y ganaderos sufren la presión de vivir embarcados en grandes inversiones, con una renta que es el 60 % de la de un ciudadano europeo medio y que quiere poner remedio. Y prometió pisar el terreno. Y espera invitaciones. La visita a Salamaq no estaría nada mal. Quiere hablar con todos. Y por eso vio incomprensible que la normativa medioambiental no se hubiera debatido con el sector agrario. Y respira el ganadero porque aseguró que no había leído en ningún sitio que la reducción de emisiones de CO2 significara quitar cabezas de ganado. Y dijo que sabe lo que es cuidar el ganado. Y que hay que cumplir los objetivos medioambientales, con reducción de plaguicidas, pero con alternativas al agricultor. Y apuesta firme por el relevo, los jóvenes, disponibilidad de tierras... Parece que el chico de la granja ha llegado a comisario.
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