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Viernes, 5 de junio 2020, 11:09
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“Me han matado más de 200 vacas después de que dieran positivo una decena y yo siempre había tenido bien la explotación. Tuve que hacer un vaciado sanitario y me quedé sin ganado y ahora, ¿de qué vivo?”. Eso se preguntaba un ganadero de Matilla de los Caños en abril de 2004, cuando los ganaderos se encerraron 7 horas en la delegación de la Junta en Salamanca para pedir soluciones. “A mi hijo solo le quedan 8 vacas de las 102 que tenía hace 3 años y encima ahora tiene que devolver la ayuda”, decía otro de los que se negaba a abandonar el encierro.
Entonces en Salamanca la prevalencia de brucelosis era muy elevada, con Guijuelo con un 15,32% de explotaciones positivas y Tamames con un 12,09% cuando tres años antes estaba en un 5,60%. En 2003 ya la situación era muy preocupante con el 6,45% de explotaciones salmantinas positivas a brucelosis y el 13,61% de establos a tuberculosis. Salamanca pasó de analizar 278.847 reses en Salamanca en 1998 y hallar 1.234 positivos a brucelosis, a hacer pruebas a 277.069 animales cinco años después y encontrarse con 1.943 casos de brucelosis. Los ganaderos no veían avances en la política de sacrificar su ganado.
La indignación que vivían llevó a un grupo muy numeroso de ganaderos a participar en movilizaciones convocadas por la creada entonces y por este motivo asociación ganadera “19 de abril”, que lideró y lidera Juan Luis Martín Sevillana, y a través de la que se exigió a la Junta que vacunara el ganado para acabar con la ruina de los ganaderos.
La Junta en principio se negó, asesorada por expertos, pero la “19 de abril” también hizo presión con científicos partidarios de la vacuna y, sobre todo, con protestas a pie de campo. Organizados en grupos, los ganaderos se dedicaron a impedir a los veterinarios realizar los saneamientos ganaderos obligatorios. Llegaron a hacer una encerrona al consejero de Agricultura, José Valín, en el mercado en junio de 2005, quien tras hora y media logró marcharse entre empujones. La Junta accedió a vacunar, al final lo hizo por zonas y ahora los ganaderos reconocen el éxito que supuso utilizar tanto la RB-51 como la B-19 para el ganado joven, a la que en principio se oponían. Los ganaderos entonces prefirieron estar los 5 años posteriores a la vacuna en desventaja para vender su producción que quedarse sin vacunar. “Se logró controlar la brucelosis gracias a la vacuna”, señaló ayer Martín Sevillano.
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