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La expresidenta del Congreso de los Diputados y exministra de Política Territorial con Pedro Sánchez (habrá que convenir en que se trata de una sanchista convicta y confesa) se ha incorporado al Consejo de Administración de Ebro, presidido por Antonio Hernández Callejas, que pasa por ser la alimentaria española más importante. Y todo ello gracias al proceso que inició hace ya unos cuantos años la que fue ministra de Agricultura del PP, Loyola de Palacio. Y, llegados a este punto, hay que preguntarse ¿qué tienen que ver las ya citadas Batet y de Palacio, Ebro Foods, Hernández Callejas y los agricultores remolacheros de Salamanca, por no hacer la relación de implicados muy extensa? A continuación, sigue la explicación, en lo que parece una película de indios y vaqueros, aunque no lo es, porque la realidad suele superar a la ficción.
Sin entrar en todos los detalles, porque entonces el metraje de la película y la extensión de esta columna serían casi infinitos, todo comienza en 1996, con el primer gobierno Aznar, en el que Loyola de Palacio fue la ministra de Agricultura. El grupo francés Saint Louis quería hacerse con el control del sector azucarero español y, desde Castilla y León, donde el cultivo de la remolacha y el sector azucarero se consideraba estratégico, y con Loyola de Palacio al frente, se pone en marcha una operación para impedirlo. Esta operación nos costó a los españoles alrededor de 35.000 millones de pesetas, que era la moneda en vigor en aquel momento. Todo para salvar al sector remolachero y azucarero español de las garras de los galos. Aquella actuación se desarrolló a través de varias empresas públicas como Alimentos y Aceites (Alicesa) y Mercasa, comprando acciones, que, con el paso del tiempo, terminaron en manos de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), que cuenta en estos momentos con un porcentaje del 10,3 por ciento en Ebro, que fue la heredera de la fusión de Ebro Agrícolas y la Sociedad General Azucarera, las dos empresas del sector más importantes de España, junto con la cooperativa Acor. Ese 10,3 por ciento en Ebro es lo que ha permitido que la SEPI imponga a Meritxell Batet como nueva consejera de Ebro Food, obligando a Antonio Hernández Callejas, su presidente, a «tragar», tanto si ha querido como si no.
Antes, Ebro Foods procedió a la venta, en 2008, bajo la presidencia del citado Hernández Callejas, del negocio azucarero a la empresa British Sugar, que es la actual propietaria, que puso al frente de Azucarera a un financiero, Juan Luis Rivero, para rentabilizar su inversión, algo que logró enseguida a base de apretar a los cultivadores de remolacha. Casi treinta años después de que comenzase la operación (algo que sucedió en 1996) nos encontramos con el siguiente resultado para la provincia de Salamanca y su economía agraria: cierre de la factoría que había en la capital y reducción más que importante del cultivo de la remolacha en nuestra provincia por falta de rentabilidad. Además, eso sí, la industria azucarera no terminó en manos de los franceses, sino de los británicos. Por último, noticia de la semana pasada, Meritxell Batet, una sanchista, entra en el Consejo de Ebro (no es la única) y cobrará entre 200.00 y 300.000 euros al año dependiendo de cómo se hagan las cuentas y de las comisiones internas de la empresa a las que termine perteneciendo. ¡Todo un éxito (es ironía)!
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