Pero ¿cuántos lobos hay?

Prácticamente no pasa un día sin que haya una noticia en la que se informe de ataques de lobos en Castilla y León. Ávila y la Sierra de Gredos es la provincia más castigada, pero determinadas zonas de Salamanca también sufren las consecuencias de la presencia de estos animales.

Desde la llegada de Teresa Ribera al frente del Ministerio para la Transición Ecológica, hace ya seis años y dos meses (parece, y lo es, una condena), los ganaderos de nuestra tierra han visto cómo se multiplicaban las incursiones de los lobos en sus rebaños; también han comprobado en sus propias economías cómo se ha aumentado la protección al lobo por obra y gracia de la ministra y su banda, encabezada a estos efectos por el secretario de Estado Hugo Morán. Sin embargo, lo que no se ve por ningún lado es que se haya actualizado el censo de lobos. ¿Cuántos lobos hay en España ahora mismo? Pues la verdad es que no se sabe. Y eso es fundamental para conocer si está en peligro, o no. Y, a partir de ahí, decidir qué medidas de protección son necesarias. Pero no hay manera de saber cuántas manadas recorren nuestros montes y de cuántos lobos estamos hablando.

No es problema exclusivo de Castilla y León, ni tampoco de España. Volviendo la mirada a Francia nos encontramos con esta noticia del pasado fin de semana: la Coordinación Rural (una de las organizaciones agrarias galas) de la zona denominada Alta-Vienne ha ofertado una prima o recompensa de 1.000 euros por cualquier lobo muerto.

El prefecto, equivalente a delegado o subdelegado del Gobierno, de aquel departamento ha llevado el asunto ante la Justicia al considerar que se trata de una amenaza contra una especie protegida, según informaron el día 2. El pasado 21 de julio una oveja resultó herida en la zona de Limoges y según la Prefectura no hay pruebas de que este ataque haya sido cometido por lobos. Desde la organización agraria no tardaron en responder con un lacónico «para nosotros es un lobo», al mismo tiempo que prometían la citada suma a cualquier persona que se presente con un lobo muerto. Y han justificado el pago de la recompensa en la desesperación de os ganaderos.

No parece que esta medida sea la más correcta para abordar el asunto. Sin embargo, ya va siendo hora de que Teresa Ribera y su banda pongan en marcha las medidas adecuadas para proteger, no solo a los lobos, sino también a los animales que resultan agredidos y a los titulares de las explotaciones ganaderas que se ven perjudicados en sus intereses, un día sí y otro también. Y, para ello es imprescindible, entre otras actuaciones, conocer cuántos lobos hay en España en general y en Castilla y León en particular. Ya están tardando.

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