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Primero: ayer se registró una nueva bajada en los precios de los cereales en Salamanca, con caídas de entre 2 y 6 euros por tonelada, que no son pequeñas ni mucho menos. También hubo recortes en las otras dos lonjas que celebraron sesión, como son Zaragoza y Reus. Esta tendencia bajista se repite una semana tras otra y parece que ha dejado de ser noticia. Pero lo es y mucho, porque con estas cotizaciones y los costes de los medios de producción de los últimos meses, los cerealistas pierden dinero. Segundo: la próxima cosecha se presenta muy irregular. Lo pude comprobar el pasado domingo volviendo desde Salamanca a Madrid, a mi paso por Peñaranda y la comarca abulense de la Moraña, con la capital en Arévalo; junto a parcelas en las que «la cosa pinta bien» o muy bien (pendiente por supuesto del remate en las próximas semanas) en otras, al lado, la «cosa» está pero que muy mal. Supongo que habrá dependido del momento de la siembra, del tipo de cereal de que se trate y también de que las parcelas se hayan visto afectadas por plagas o no.
En conversación con cerealistas de estas zonas me ha quedado claro su desanimo, incluso su intención de abandonar la actividad porque los números no salen. Y no hablo ya de las cifras que se vayan a dar este año, sino de que en los dos anteriores tampoco han salido las cuentas. Un año se puede aguantar; dos, también, para los que tengan algún tipo de músculo financiero; pero, para soportar tres campañas consecutivas de pérdidas, hace falta disponer de muchas reservas en las cuentas corrientes. Y, llegados a este punto, vienen las preguntas del millón: ¿hasta cuándo van a continuar las bajadas y se recuperarán los precios cuando llegue el momento de vender la cosecha de este año? Quien afirme tener la respuesta a estas dos preguntas está mintiendo, porque es imposible saberlo dada la cantidad de factores, no solo agronómicos, que inciden sobre el mercado.
Está claro que la oferta dependerá de la cosecha que haya, no solo en España, sino en el resto del mundo. Este es un primer factor a considerar, como también lo es la demanda que se registre; esto depende de factores tan diversos como que se enderecen, o no, las relaciones entre Estados Unidos y China, dado el componente comprador de este último país. Pero es que, además, hay que tener muy en cuenta la relación entre el euro y el dólar, que incide directamente sobre los precios internacionales. Y, como no, también se debe prestar atención a lo que suceda en los mercados de futuros de cereales y oleaginosas y en las plazas financieras para saber si los flujos de capital entran, o no, a especular en los de materias primas agrarias. Con estos estos factores en danza, y algunos más, cualquiera hace una previsión sobre lo que pasará en los próximos meses.
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