“Pedí ayuda por primera vez en mi vida”. El testimonio de una salmantina golpeada por la crisis
Elena recibió el apoyo de la Diputación para comer y arreglar la caldera de su casa después de dos años sin calefacción ni agua caliente. Le denegaron el Ingreso Mínimo Vital por un “error” que trata aún de resolver
“Mi decandencia laboral y económica, por decirlo de alguna manera, comienza en 2019”. Así arranca Elena el relato de lo que ha sido su vida en estos dos últimos años, los más difíciles de su historia, en los que ha necesitado la ayuda de sus amigos y también de la Diputación de Salamanca para poder pagar los recibos y llenar la nevera.
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“Hasta entonces tanto mi hija de 24 años como yo íbamos tirando porque trabajaba 15 horas a la semana y porque soy como una hormiguita y ahorraba todo lo que podía”, recuerda esta vecina de Santa Marta de Tormes, antes de tomar aire y comenzar a contar su historia. “Por temas relacionados con el covid y con el cuidado de un familiar, me reducen a 6 horas semanales en el trabajo y empiezan los verdaderos problemas económicos, hasta el punto de necesitar ayuda por primera vez en mi vida”.
Es en esa época cuando oye hablar en la televisión del Ingreso Mínimo Vital y decide solicitarlo en el mes de junio, “pero acaba el año y sigo sin tener respuesta del Gobierno, aunque mi situación era desesperada”.
“Por el covid y el cuidado de un familiar me reducen el trabajo a 6 horas a la semana y empiezan los problemas”
En busca de ese alguien que le pudiera echar una mano Elena decide tocar la puerta de la Diputación de Salamanca y contacta con la asistenta social de Santa Marta. “María José me escuchó desde el primer momento... fue una maravilla”, recuerda sin poder evitar emocionarse. “En aquel primer encuentro le conté toda mi historia mientras ella escribía y escribía en silencio. Cuando acabó me dijo que le llevara una documentación que necesitaba”.
En el mes de enero recibe finalmente la respuesta de la Seguridad Social denegándole el Ingreso Mínimo Vital. “Me dicen que no me lo conceden porque en el último año había ganado 11.000 euros. Ojalá hubiera sido así porque eso significaría que habría ganado 900 euros cada mes y eso nos hubiera permitido a mi hija y a mi vivir dignamente, comer y pagar los recibos de la luz y el agua”, afirma.
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Sin poder creerse el “error” que habían cometido con ella, Elena comienza una batalla que dura todavía hoy. “Presento un primer escrito en el que demuestro que mis ingresos habían sido de 5.000 euros en 2019 y de alrededor de 1.900 en todo el año 2000, pero no obtengo respuesta”.
“Voy a seguir luchando hasta el final porque puedo demostrar que por mis ingresos tengo derecho al IMV”
Enfadada y desesperada a partes iguales “porque no sabía a quien recurrir” recibe una llamada de la Diputación donde le confirman que le han concedido una subvención de 1.800 euros. “No podía creérmelo porque no esperaba dinero sino alimentos y me dieron cuatro pagarés de 450 euros para cuatro meses ”, cuenta agradecida y con la voz rota por la emoción. Poco después llegaría una segunda ayuda que tampoco esperaba con 1.200 euros más que Elena empleó en el arreglo de la caldera de su casa, después de dos años sin calefacción ni agua caliente.
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“Solo tengo palabras de agradecimiento tanto para María José como para la Diputación de Salamanca. Chapó por ellos”, repite una y otra vez.
La lucha de Elena sigue siendo en la actualidad demostrar la “injusticia” que cree han cometido con ella al denegarle el Ingreso Mínimo Vital. “Voy a seguir luchando hasta el final porque puedo demostrar que por mis ingresos necesito esa ayuda, así que voy a seguir hacia adelante con ello. No me voy a rendir”, asegura convencida.
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