La ruta ‘escondida’ a orillas del Huebra
Saldeana es el punto de partida de una de las rutas más bellas, y también más desconocidas, de Las Arribes
Sin ser tan conocida como otros pueblos de Las Arribes, la localidad de Saldeana ‘esconde’ una de esas rutas que lo tienen todo: naturaleza en estado puro, historia, antiguos oficios... y todo ello siguiendo el curso del río Huebra.
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El Camino del Castro y Sendero de los Molinos y los Miradores (circular, 6 km) es un entretenido paseo que parte de los conocidos como Corrales de la Cruz Grande, unas construcciones de uso ganadero con techado vegetal, únicas en Castilla y León, además de un pequeño aperitivo etnográfico de lo que está por venir.
Después de dejar los Corrales atrás, el camino ofrece la posibilidad de comenzar el recorrido por el Castro del Castillo, uno de los tres castros vettones visitables en la provincia, o bien optar por el Camino de los Molinos y los Miradores. Si se elige esta segunda opción en apenas unos metros llegaremos a los molinos del Arroyo Grande, completamente recuperados, hasta el punto de que es posible pasar a su interior y conocer cómo funcionaban. De hecho, hasta hace apenas 50 años era posible verlos en acción moliendo grano. Los molinos se encuentran, además, dentro de un merendero donde es posible reponer fuerzas después de completar la ruta.
A la izquierda del Arroyo Grande parte el sendero que nos llevará directamente hasta los restos de otros tres molinos, entre ellos el del Tío Román, además de antiguos chozos de pastores, que recuerdan el pasado ganadero de este pueblo arribeño.
Poco a poco el sendero va tomando altura hasta llegar a uno de los puntos más espectaculares del recorrido, el mirador del Fraile y la Monja, donde aparecen los primeros buitres leonados y alimoches. Se trata de una de las atalayas más espectaculares, y también más desconocidas, de Las Arribes por las vistas que ofrece y por la posibilidad de observar a estas aves de cerca.
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Siguiendo la señalización, y ganando aún más altura, se llega hasta un segundo mirador donde el protagonista es el río Huebra y el meandro que forma en esta zona de Las Arribes.
La última parada, y la guinda del pastel a la ruta, lo pone el Castro del Castillo con su imponente muralla y el gran campo de piedras hincadas que servían de primera defensa ante los ataques de los enemigos a la fortificación.
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