Creciendo con una enfermedad que ha marcado su vida: «Ingresé en la UVI y estuve más para allá que para acá»
Ángela Sánchez, una luchadora salmantina, sufrió en 2011 una grave crisis que puso en juego su vida
La epilepsia es una enfermedad crónica del sistema nervioso que mucha gente desconoce. En España, más de 400.000 personas la padecen y sus síntomas no afectan por igual a todos los pacientes. La Asociación de Personas con Epilepsia de Castilla y León (ASPECYL) trabaja desde el 2018, con cerca de un centenar de socios, para mejorar la calidad de vida de las personas que padecen esta enfermedad y de sus familias.
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Ángela María Sánchez, una salmantina de 46 años, explica a este medio en primera persona su historia. «Me diagnosticaron epilepsia con 18 meses. Mi familia tenía que ir constantemente a Valladolid a hacerme pruebas, en unos tiempos que no son los actuales. He crecido con una enfermedad que ha marcado toda mi infancia y mi adolescencia, con todas las limitaciones que ello conlleva. Muchas jóvenes ocultan la enfermedad por miedo a lo que otros puedan pensar, también afecta a nivel sentimental y de pareja», reconoce. La salmantina se formó hasta EGB porque tenía complicaciones para seguir estudiando y con 18 años comenzó a trabajar. «No ha sido fácil. He trabajado toda la vida hasta hace dos años que me concedieron la incapacidad. En algunas etapas de mi vida he ocultado mi enfermedad, ya que condicionaba bastante para tener un puesto de trabajo», asegura.
En el trayecto de la vida, que para Ángela no ha sido un camino de rosas, encontró a su alma gemela y actual compañero de vida. Junto a él ha forjado la fuerza que necesitaba para seguir luchando. «Nunca le oculté nada y eso que anteriormente tuve otra pareja que fue todo lo contrario. Tengo a una persona maravillosa a mi lado. Desde el 2006 está junto a mi con todas las consecuencias. Él vive mi enfermedad desde el otro lado», explica.
En el año 2011, Ángela sufrió el peor episodio de su vida. «Estaba bastante estable y decidieron quitarme el tratamiento. A los catorce meses tuve una crisis muy fuerte y tuve que estar en la UVI. La verdad es que estuve más para allá que para acá», explica. Esta experiencia le marcó y necesitó una fuerte ayuda posterior para reforzar su estado emocional. También le hizo replantearse su forma de afrontar la vida.
«Yo crecí con el 'no'. La parte emocional es muy importante y me decía a mi misma 'Ángela, esto no lo puedes hacer' o 'tú no vales para esto'. Ser una adolescente con eso en tu mente te hace mucho daño», explica. Uno de sus mayores logros fue conseguir sacarse el carnet en el año 2010. Aunque por caprichos del destino, tras la crisis que sufrió en el año 2011 tuvo que dejar de conducir. «Me quedo con lo que sentí cuando obtuve ese logro. Para mi significó muchísimo. Vi en la cara de mi madre su satisfacción, en la cara de mi pareja y yo me sentí muy plena», reconoce.
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Actualmente, Ángela anima a los salmantinos a conocer más la enfermedad. «La epilepsia es la gran desconocida y necesita de visibilidad para que todos reconozcan sus síntomas y sus efectos. También las limitaciones que provoca», recalca. A día de hoy se encuentra embarcada en un proceso de autoconocimiento de si misma a través de cursos formativos. «Los cursos de autoayuda me sirven para entender aspectos propios y de mi enfermedad que desconocía.Algunos de ellos están muy relacionados con los cambios de humor o con la forma de emplear el lenguaje. Me he trabajado mucho, nadie sabe lo que va por dentro», concluye.
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