El rey Alfonso XIII tuvo una estrecha relación con Salamanca. Su famoso viaje a Las Hurdes en junio de 1922, a través del cual quiso saber de primera mano cómo vivían aquellas gentes en la pobre comarca cacereña, terminó con una visita al convento de Las Batuecas, La Alberca y Béjar, donde el monarca se interesó por los hombres de musgo.
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Pero no fue la única visita de Alfonso XIII a Salamanca. Meses después se acercaron a la capital, donde visitaron la Universidad, el Ayuntamiento y colocaron la primera piedra del cuartel situado en la avenida de Federico Anaya. El recorrido terminó en Alba de Tormes para celebrar el centenario de la canonización de Santa Teresa de Jesús.
El monarca también visitó años después Ciudad Rodrigo y el pantano del Águeda y por la noche descansó en el palacio de Monterrey, donde fue recibido por el duque de Alba. Aquella noche, el soberano salió al balcón del Ayuntamiento y disfrutó de la iluminación especial de la Plaza Mayor.
Al día siguiente participó en los actos conmemorativos del IV Centenario del Nacimiento de Fray Luis de León.