Muy interesante el reciente informe de la Real Academia Española sobre la enseñanza de la lengua y la literatura en España. El análisis de la RAE constituye una enmienda a la totalidad del sistema de enseñanza impuesto por el sanchismo a través de la Ley Celáa. Eso sí, la Academia expone sus razones con la elegancia y la mesura de las que carecen los criticados dirigentes gubernamentales.
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El dossier constata el bajo nivel de los alumnos de secundaria y bachillerato en el conocimiento y el uso del español, y lo achaca, entre otros motivos, a una educación que se ha olvidado de la memorización, a la relajación en la especialización del profesorado (un profesor de Lengua puede dar Latín) y al abuso de las nuevas tecnologías (Google o Chat GPT) por parte de los alumnos.
El fracaso de la enseñanza del español en España queda retratado en el último informe PISA, en el que los chavales de 15 y 16 años recibieron las peores calificaciones de la historia desde que nació el estudio internacional en el año 2000. Las nuevas generaciones apenas leen buena literatura y la mayor parte de su contacto con el castellano se produce en las redes sociales, donde el nivel de escritura es ínfimo y las patadas a la gramática y la ortografía están a la orden del día. A eso se añaden problemas específicos de las comunidades bilingües catalana y vasca, donde la persecución del español deteriora su capacidad de comprensión y obliga a los alumnos a aprender en una lengua que no dominan. «Los primeros pasos en la lectoescritura deben darse en la lengua materna de los estudiantes, no en un idioma que no dominan o conocen solo de forma imperfecta», señala el informe, haciéndose eco de una recomendación de la UNESCO.
La RAE no pide volver al sistema de memorización que durante tantos años marcó la enseñanza en España, pero sí propone «un equilibrio entre contenido, memorización y competencias». Un equilibrio que la Ley Celáa ha roto para imponer el valor de las competencias y los buenos sentimientos por encima del esfuerzo y el conocimiento, con los desastrosos resultados ya conocidos.
El dossier elaborado por una veintena de expertos avisa también del efecto perverso del uso abusivo de herramientas digitales como Google o Chat GPT: «Los alumnos sostienen a menudo que los procesadores de texto corrigen muchas faltas (entonces no hace falta aprender ortografía) y los desarrollos recientes de la IA hacen innecesario aprender a resumir informaciones u ordenar las ideas». Así que los chavales no saben seleccionar lo que es verdaderamente relevante. Algo, por cierto, que hacemos los periódicos como LA GACETA, ordenando y seleccionando la información más importante de cuanto ocurre en Salamanca y en cualquier lugar del mundo.
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Especialmente oportuno es el toque de atención de la RAE sobre las diferencias regionales de la EBAU, prueba para la que plantean una mayor homogeneidad. Si el Gobierno sanchista hiciera caso a la Academia, que no lo hará (la reacción del Ministerio de Educación ha sido arremeter contra el informe) no sufriríamos injusticias como la que denunciaba ayer este diario respecto a las matrículas en la Facultad de Medicina de Salamanca: cada curso vemos cómo los alumnos de autonomías con un muy bajo nivel educativo (Canarias o Extremadura) obtienen las plazas para ser médico, dejando en la cuneta a jóvenes salmantinos mucho mejor preparados tan solo porque allí la EBAU es un coladero donde se regalan las notas más altas.
Es injusto pero la batalla está perdida con este Gobierno en manos de los jefes de los taifas catalán y vasco, enemigos de España y del español.
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