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QUE yo recuerde, al menos en siete ocasiones he pedido desde estas mismas páginas, a lo largo de los últimos años, un medallón en la Plaza para Alfonso IX de León, fundador de nuestra universidad. Por fin, veo que el proyecto está en marcha y pronto se adjudicará la obra al escultor que los expertos consideren más apropiado de entre quienes participen en el concurso. Me congratulo de la feliz iniciativa y agradezco a las autoridades correspondientes el impulso que ya es definitivo, así como lo acertado de la ubicación de una figura histórica a la que la ciudad tanto debe y cuya imagen tanto escasea. En el edificio de las Escuelas Mayores, concretamente en el Aula Dorado Montero, se conserva una grisalla de notables dimensiones de Alfonso IX, alusiva a su papel de fundador del Estudio salmantino, pero es de justicia otorgarle un digno emplazamiento en el espacio público salmantino.

Fuera de Salamanca, a este rey le honra una estatua en la rotonda del puerto pesquero de Bayona, que, erigida en 2001, conmemora el VIII Centenario de la fundación de “Baiona” y el privilegio de la Carta Puebla a dicha Villa Real. En el monumento, la figura del rey se muestra imponente sobre un elevado pedestal y, pie a tierra, otea el horizonte desde su atalaya llevando al caballo de la brida.

León también da cobijo en la plaza de Santo Martino a otra reciente representación del monarca que en 1188 convocó la Curia Regia y dictó el primer documento escrito del sistema parlamentario europeo, como reconoció la Unesco en 2013 al validar los Decreta emanados de esas Cortes. La estatua presenta a Alfonso IX de pie, en tamaño natural –parece ser que era buen mozo-- portando espada ceñida, estandarte, lanza y escudo en el que se aprecia el relieve de un león rampante, sin duda alusivo a la estirpe real de sus antepasados y al reino que gobernó.

En marzo pasado, Badajoz homenajeó a Alfonso IX con un gran mural de cerámica de más de dos metros de largo en el paseo que lleva su nombre. En breve se añadirá una estatua para cuyo diseño ya se han solicitado varios presupuestos. De esta forma quieren conmemorar los pacenses la liberación de la ciudad por parte del rey que al frente de sus huestes expulsó al sarraceno en marzo de 1230.

Nos dicen los historiadores que en la época de Alfonso IX los reyes eran itinerantes y recorrían sus territorios de continuo con el fin de asegurar las fronteras siempre amenazadas por las incursiones musulmanas. Salamanca ocupaba un lugar estratégico, porque desde aquí controlaba Extremadura y la Raya portuguesa. Además, le ofrecía un atractivo adicional como reposo del guerrero en la figura de una dama a la que, indirectamente, se le podría atribuir un relevante papel en esa querencia real que dio lugar al Estudio salmantino. ¡Bendita barragana!

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