¿Quién era Pedro Dorado Montero?
El alcalde de Salamanca ha indicado en su homenaje que ya está en marcha el proceso para nombrarle hijo adoptivo de la Ciudad de Salamanca
Martes, 26 de febrero 2019, 13:55
Nacido el 19 de mayo de 1861 en la pequeña localidad salmantina de Navarros, Pedro Francisco García Dorado Martín Montero estaba predestinado a ser un campesino, como su padre, sin embargo, un accidente en el campo le produjo la pérdida de la mano derecha y le dejó cojo, así que sus padres decidieron que tenía que estudiar. Años después se convertiría en el único catedrático de Penal en España que, según los expertos, ha contado con una teoría propia: corregir al delincuente con un método científico.
Publicidad
Este martes recordamos su figura con motivo del centenario de su fallecimiento, por el que además se ha realizado un homenaje en Salamanca.
Con recursos muy escasos, la familia de Pedro Dorado Montero, que es como él se hizo llamar, tuvo que recurrir a las ayudas para que su hijo se formara, primero en Béjar, y después en Salamanca. Béjar en aquel momento no solo era un núcleo industrial muy potente, sino que tenía relevancia a nivel político y contaba con una burguesía muy activa. Recuerda José María Hernández, catedrático de Teoría e Historia de la Educación, cómo Juan García Nieto puso en marcha un centro educativo de primera y segunda enseñanza que tenía entre sus claustro de profesores a Nicomedes Martín Mateos, reconocido intelectual. Gracias a una beca, Dorado Montero pudo estudiar en ese centro y recibir así una sólida formación marcada por el krausismo y el espiritualismo de tipo platónico. Influencias que calarían en el joven que se fue a Salamanca a estudiar de forma simultánea Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad.
Su fuerza de voluntad y tesón quedan patentes desde su niñez. Pese a su cojera, Dorado Montero recorría cada día los ocho kilómetros que separaban su casa del colegio para estudiar, obteniendo unas notas brillantes. Ese buen expediente le procuró una beca para formarse en la Universidad de Salamanca y alojarse en el Colegio Mayor de San Bartolomé. Cuatro años después de comenzar los estudios se licenció en Filosofía y Letras, un año después, en 1883, en Derecho, y solo dos más tarde culminó los estudios de doctorado en la Universidad Central de Madrid.
GINER DE LOS RÍOS
No se puede pasar por alto su estancia en la capital, pues allí conoció a Francisco Giner de los Ríos, catedrático de Filosofía del Derecho, que ejerció una gran influencia en Dorado Montero. Laura Pascual Matellán, investigadora posdoctoral del área de Derecho Penal de la Universidad de Salamanca, ha elaborado una tesis centrada en el brillante catedrático y en el análisis de su teoría bajo el título “El problema del castigo en el correccionalismo penal de Pedro Dorado Montero”. En ella explica cómo la Institución Libre de Enseñanza de Giner de los Ríos y la aplicación del ideario de Krause llevado a la máxima expresión caló hondo en el joven doctor, y en especial la versión penal de la teoría que defendía que el Derecho Penal tenía que servir para corregir al delincuente, es decir, para darle una segunda educación que le permitiera ser una persona capaz de convivir pacíficamente con otras personas.
Con esa idea en su cabeza se marchó a Bolonia para hacer una estancia posdoctoral. En Italia había triunfado la filosofía positiva y comenzaba a dar sus primeros pasos la escuela positiva del derecho penal o criminología científica. “Dorado se acerca a esos estudios que defienden que hay que estudiar los motivos por los que las personas cometen los delitos”, comenta Laura Pascual Matellán y añade que en esos momentos otro teórico, Ferri, habla de los factores sociológicos del delito entre los que figura tener una mala situación económica.
Publicidad
Profundamente católico, el apogeo científico en el que se encontraba inmersa Italia en esos momentos le llevó a perder la fe y a manifestarse públicamente ateo.
CORRECCIONISMO
Termina su estancia en Bolonia y regresa a España convencido de que hay que corregir a los delincuentes, pero no con la idea abstracta del correccionalismo, sino que apuesta por fusionar las dos escuelas para corregir al delincuente con el método científico. “Esa fue la gran aportación de Dorado: vamos a intentar analizar las causas por las que las personas delinquen, vamos a intentar solucionarlas para prevenir la violencia. Y cuando delinque, vamos a poner las medidas para corregir a la persona, hacer un estudio de las causas y una terapia personalizada”, incide Laura Pascual.
Ya en Salamanca, Dorado Montero consigue una plaza muy precaria de profesor auxiliar del área de Derecho Penal y Procesal, por lo que comienza a presentarse a cátedras de todo el país y consigue la cátedra de Derecho Político y Administrativo de Granada. No tardó mucho en regresar. Se puso en contacto con el profesor que estaba en Salamanca en la cátedra de Derecho Penal, curiosamente andaluz, e hicieron una permuta.
Publicidad
El 16 de septiembre de 1892 tomó posesión de la cátedra de Derecho Penal en Salamanca, en la misma época que formaban parte del Claustro grandes nombres como Miguel de Unamuno. Su llegada fue una revolución. En una sociedad muy conservadora no se entendían sus explicaciones. Así que tuvo más de un “encontronazo”, el más sonado el enfrentamiento con el padre Cámara.
De izquierda radical, era a la vez un pacifista que estaba convencido de que hay que educar para conseguir los cambios. Unas ideas demasiado arriesgadas que al no encontrar respuesta le llevaron incluso a pensar en dejar Salamanca a irse a Madrid con su amigo Giner de los Ríos. No lo consiguió, lo que le llevó a un periodo de tristeza por el que fue perdiendo la esperanza en el ser humano.
Publicidad
“Fue el rostro internacional de la Universidad de Salamanca. Siempre se habla de Unamuno, pero lo cierto es que en aquel momento el rostro internacional a finales del siglo XIX y principios del XX era él, del que se hablaba de él como el ‘insigne penalista Pedro Dorado Montero’ porque era una persona de reconocimiento internacional”, asevera la experta.
APORTACIÓN A LA CONSTITUCIÓN
A él se debe el artículo 25.2 de la Constitución española en el que se dice que las penas deben estar enfocadas a la reinserción del delincuente. “Es, sin duda, la aportación del correccionalismo, en general, y de Dorado Montero, en particular”, añade la investigadora e insiste en que es reconocido por crear el derecho protector de los criminales. “¿De qué sirve tener encerrada a una persona?”, se preguntaba el catedrático que además defendió algo muy criticado también en la actualidad como son las sentencias indeterminadas, es decir, un Derecho Penal sin código, basado en la corrección, no en el castigo, de forma que la pena vaya en función del tiempo que tarde en resocializarse quien delinque.
Publicidad
Con todas estas ideas llenó numerosos libros y artículos escritos de forma sencilla con el objetivo de llegar a la gente de la calle, de convencerla, porque, según Dorado Montero, el derecho es una cosa y la justicia otra, así que cada persona tenía su idea de justicia, y él quería hacer llegar a los obreros que todo el mundo se merece una segunda oportunidad.
Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión