David de Miranda, en un momento de la entrevista. LAYA
ENTREVISTA

David de Miranda: «Hoy celebro todo el sufrimiento que tuve que pasar»

Ha vuelto a Salamanca para recoger el premio revelación de 2025 ocho años después de renacer en este hospital, donde alertó a los médicos: «Del cuello para abajo no siento nada de mi cuerpo». Así de maltrecho llegó al desparecido Clínico tras la brutal voltereta que sufrió en Toro (Zamora), que le provocó una grave lesión de vértebras que forma parte de la historia casi desconocida de quien ha sido uno de los nombres del año

Javier Lorenzo

Salamanca

Miércoles, 26 de noviembre 2025, 07:00

Estuvo nueve días en el hospital de Salamanca, donde resucitó en verano de 2017 cuando fue trasladado de urgencia desde Toro (Zamora) tras sufrir una grave lesión vertebral que casi le deja postrado en una silla de ruedas. Aquí comenzó a recuperar la movilidad de las extremidades y aquí fue intervenido por el equipo encabezado por el doctor Pascual Argente que le fijó una de las vértebras que hizo trizas el toro de Sánchez Urbina. Aquello forma parte de una historia desconocida que apenas había comenzado en un torero de vocación tardía. Tenía 23 años y solo uno de alternativa. El jueves volvió a Salamanca, ocho años después, para recoger el premio al torero revelación de 2025. Está feliz y eso lo transite en una cara que refleja paz, sinceridad y humildad. No le ha alterado el éxito y desprende esa humildad de los toreros que se cuecen pacientes y a fuego lento. Habla con calma y sin dudas. No le pudieron las prisas delante del toro y tampoco la urgencia de lanzarse con el nuevo apoderamiento que sigue sin desvelar. El bombazo de Sevilla que estalló el sábado puede que fuera lo que estaba esperando. Lo de David de Miranda ha sido un caso peculiar en el toreo. E injusto también. Salió a hombros el día de su confirmación de alternativa (24 de mayo de 2019), apenas le hicieron caso y la pandemia se encargó de diluir aquellas ilusiones. En 2024 desorejó un toro en Sevilla y tampoco le abrieron las puertas como merecía. E incluso este año salió por la Puerta del Príncipe y su nombre no entró en las ferias salvo por alguna sustitución y de manera puntual. Y así, sin acabar de saltar a la gran escena, llegó en agosto a la feria de Málaga para protagonizar una de las actuaciones más emotivas, intensas y meritorias del curso ante un geniudo y arduo toro de Victoriano de Río. Una autoridad aplastante y un valor sereno para estremecer el alma del público que, acongojado, vivió una de las grandes obras del año. Incluso por televisión resultó todo un impacto. Y, de inmediato, el nombre de este onubense de Trigueros se puso en boca de todos. El torero de los tres aldabonazos sin recompensa por fin entró en juego.

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¿Por qué tardó tanto en llegar la recompensa con triunfos tan rotundos?

—El sistema es evidente que existe y si no estás en ese grupo nos cuesta trabajo entrar en ferias. Antes, cuando abrí la puerta grande de Madrid, apareció la pandemia cuando tenía un lanzamiento soñado (2020): Valencia, Sevilla, San Isidro… y cuando volvió la normalidad, aquel triunfo ya quedaba lejos.

Podemos decir que ese triunfo soñado que buscáis los toreros que os pone en circulación, en su caso, tuvo que ser triple, que es ya rizar el rizo.

—Es duro. Llegar a Madrid, abrir una puerta grande y ver que no hay recompensa, uno se dice ¿Qué más tengo que hacer? Al final se demuestra que el toro y Dios no se queda nada. Estaba para mí… Ahora me cogió más preparado.

¿A qué se agarra uno cuando logra todo eso y no llega la recompensa?

—A la fe y la ilusión y el creer en uno mismo. Cuando llega la normalidad y no cuentan conmigo es cuando terminé con Jorge Buendía; me apoderó José Luis Pereda y ahí me ilusioné en el campo. Me fui a vivir a La Dehesilla y sentí esa evolución, veía que hacía cosas con los animales a puerta cerrada que me hacían creer. Gracias a Dios no tirar la toalla entonces me trajo aquí.

Encima venía de sufrir como el que más, casi en el anonimato. El percance de Toro (27 de agosto de 2017): cuatro fracturas vertebrales y una importante afectación medular y la frase que dijo en la enfermería aún hoy estremece: «De cuello para abajo no sabía nada de mi cuerpo». Tuvo casi todo a favor para darse por rendido.

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—El toreo es duro y todas esas piedras te hacen madurar. En su momento fueron trances delicados, pero hoy te diría que incluso me alegro que haya sido así porque lo valoras todo y que cuando llegan días clave saber que no se puede fallar.

Y ahora si recuerda aquel dramático percance, ¿da más vértigo ahora o motiva más para agarrarse al triunfo?

—Motiva porque fue una prueba de fuego. Superar los percances es algo que los toreros tenemos en la cabeza. Y te preguntas ¿Seré capaz de volver? En mi caso lo superé, al menos aquel. Pero esos miedos siguen… El valor hay que dosificarlo. El valor se va por el agujero de las cornadas... Somos humanos, valoramos la vida y cuando ves de cerca la muerte te piensas muchas cosas. También da sentido a todo lo que me pasa.

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Es curioso que tras los triunfos logrados en Madrid, Sevilla, la plaza que le pone en circulación es Málaga...

—En Sevilla no hubo televisión y no tuvo la magnitud que Málaga, que sí la tuvo. El toro de Málaga tuvo unas complicaciones palpables. En Sevilla me embistieron de categoría y al final parece fácil, y no lo es. Me jugaba mucho con el ambientazo que había, con Roca Rey, Cayetano... No se podía fallar. En Málaga salió uno complicado, sin humillar, se quedaba corto. Al empezar no lo veía... Mi sorpresa fue que en el inicio de faena le atisbé algo de nobleza; y cuando me puse en la media distancia me lo confirmó. Había que ponerse ahí y aguantar. No digo que fuese fácil pero estaba delante y me dio esa seguridad y tiré la moneda. Gracias a la tele todo el mundo lo vio y eso refrescó la memoria de Madrid, Sevilla... Y se demostró que no podía ser casualidad.

Ni el paso del tiempo ni la frialdad de la tele le restaron importancia.

—Desde la humildad, cuando hay verdad se impone a todo. Aún hoy, aunque ya se que no me va a coger, cuando la veo me emociona, incluso me cuesta creer que la hiciera.

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Y David de Miranda, ¿quién es, el que asusta en Málaga o el que gusta toreando en Sevilla o en Madrid?

—A mí me llena el torear despacio, vertical, con los vuelos y enroscármelos a la cintura. Ahí es donde quiero crecer y evolucionar. Pero también me encuentro a gusto en cercanía, pero cuando hay dominio y sentido. Eso no se puede en todos los toros, pero cuando veo uno con emoción para hacérselo en un momento clave, que no sea al final cuando ya le has pegado 60, 70 pases... lo hago. La verdad de ese arrimón está en hacerlo antes. Ahí, la gente vibra.

El toreo es emoción, por la vía que sea.

—Hoy en día se peca de abusar de la técnica. Y eso, con gran mérito, el público lo valora menos. Si el público no ve esa técnica, si siente que en cualquier momento va a coger al torero que se está poniendo de verdad, está en vilo, se emociona. Eso tuvo la de Málaga.

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La técnica mata el arte...

—Así es. Esas sensaciones llegan más con la verdad que con el muletazo perfecto. La de Málaga quizá artísticamente no es la obra que sueñas; pero tuvo la emoción por la verdad Cuando pagas una entrada, quieres emocionarte como sea, por el arte, por pasar miedo.

David de Miranda, en varios momentos de la entrevista de LA GACETA DE SALAMANCA. LAYA

Es torero autodidacta que bebió de los toreros antiguos sin pasar por una Escuela, ¿es su marca diferencial?

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—Admiro a Manolete; cuando yo empecé era José Tomás quien impactaba. Veía sus estatuarios y aquella tauromaquia que entonces convulsionó. Aprendía con lo que me iban enseñando profesionales de Huelva y manteniendo mi personalidad fui creciendo. La llama de aquellos inicios sigue viva.

A veces ves a alumnos de escuelas con una técnica tan sobrada que podrían ser matadores pero no saben transmitir al tendido: les falta ese plus que ya no depende de las escuelas que es con la que se marca la diferencia...

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—El torero no solo debe aprender a pegar pases. Eso es un error, tiene que ser capaz de crear una obra, tener dentro un mensaje que decir y decirlo. En las escuelas eso no te lo pueden enseñar. Es necesaria esa personalidad.

Tras ser uno de los nombres propios de 2025, ¿encontró ya recompensa?

—Eso se verá. Hoy noto el reconocimiento del aficionado. Es bonito lo que estoy viviendo pero intento extraerme un poco y soy consciente de que todo sigue dependiendo de mí. Que cada tarde que venga la tengo que afrontar como si fuese la última. He subido un peldaño pero nada más.

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Nos tiene en vilo con su apoderado.

—Es una decisión delicada. La gente puede pensar que lo tengo fácil, pero no. Tengo que tomar una decisión adecuada cuando tenga en mi mano toda la información para decidirme. Quiero ser cauto y cuando lo tenga, decidir.

Hablábamos antes de Salamanca. ¿Cuál fue su relación con esta tierra?

—Poco, la verdad. Poco y mucho, aquí venimos a tentar pero en festejos no toreé ninguno. Pero luego me une un vínculo que fue el del percance de Toro que me trasladaron aquí, donde fui intervenido. Son esos lazos que quizá no se sepa, pero que en mí, en mi interior, me lo llevo para siempre.

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Y tanto porque en Salamanca volvió a nacer…

—En Zamora me vieron que no me podían hacer nada y me mandaron a Salamanca. Y, en gran parte, si hoy estoy de pie es gracias al equipo médico de aquí, a cómo me trataron. El trato fue exquisito, maravilloso y no lo olvidaré. Ese cariño lo llevaré siempre. Y ahora está el cariño de la afición que, sin haber toreado por aquí, se me premia como torero revelación. Ojalá pueda torear pronto en La Glorieta, no me cabe duda que será una de mis plazas.

David de Miranda, recogiendo de las manos de Natalia Recio el trofeo al torero revelación que le otorgó la Peña Taurina Salmantina en la gala del toreo del teatro Liceo de Salamanca. ALMEIDA

El triunfo es la única opción para seguir dando argumentos, ¿es un lastre o esa presión le lleva a sacar lo mejor?

—Las dos cosas. Esa presión saca lo mejor de ti porque te rebuscas, pero también te atenaza. Hay tardes en las que el toro no te permite expresar lo que sientes y tienes que tirar por otras vías. Soy consciente de que todo sigue dependiendo de mí, independientemente de lo conseguido y de quién me apodere.

Sevilla, Huelva, Málaga... llegaron junto a Roca Rey en el cartel, ¿teme que le pongan pegas en esos carteles?

—No lo creo. A las figuras les interesa que salgan toreros nuevos para que se renueve la ilusión. La figura lo es por algo y están lejos de acomodarse como se puede pensar. Lo he vivido en mis carnes con Andrés, él fue quien me pidió en el cartel de Sevilla o Málaga. Y eso dice mucho de la figura del toreo.

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Cuando pasó la faena de Málaga, se dijo Esto es lo que hacía Roca Rey hace tres o cuatro años... ¿lo escuchó?

—Eso me halaga, pero lejos de las comparaciones, esa tarde fui yo, hice lo que sentía, tiré la moneda y el destino tenía lista una tarde mágica. Lejos de las comparaciones me quedo con que fui yo.

Ahora hay cierto pesimismo porque ya no está Morante...

—En nuestro interior los aficionados estamos, entre comillas, de luto por la retirada. Deja un hueco insustituible, un puesto inalcanzable. Ahí hay una puerta abierta a la renovación, a la ilusión por caras nuevas.

Acabamos, ¿quién es el mayor rival de David de Miranda?

—David de Miranda.

No me diga eso que los contratos que no firme usted, irán para otros y serán ellos quien toree en vez de usted.

—Te lo digo de verdad. Tengo una lucha diaria conmigo mismo. Me cuesta mucho creer y confiar en mí… por eso lucho cada día por convencerme.

¿Cómo me dice eso después de lo que hizo en Málaga, Sevilla y Madrid?

—La verdad.

¿Es esa inseguridad de la siempre habláis los toreros?

—Sí, sí, para todo. Es una de las asignaturas pendientes: tener esa confianza, confiar porque me cuesta creer en mí. Preocuparme de mí, de lo que soy capaz de dar. Eso me llena de ilusión. Y, por esa lucha interna, te digo que yo soy mi mayor rival. Respecto a lo que tu te refieres es evidente que hay toreros importantes que vienen pisando el acelerador a tope. A mí me motiva medirme con ellos y de ser capaz claro.

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Sus datos

— 9 AÑOS DE ALTERNATIVA. David de Miranda tomó la alternativa en Huelva el 5 de agosto de 2016 de manos de José Tomás y López Simón con el toro «Distante» número 42, negro, de 495 kilos, de Victoriano del Río. A aquella tarde llegó con 54 novilladas, tras su debut con picadores en el mismo escenario el 16 de marzo de 2014.

— 120 CORRIDAS DE TOROS. Desde el doctorado, el diestro onubense (Trigueros, 13 de septiembre de 1993) ha toreado un total de 120 corridas de toros, con las temporadas de 2019 (con 24 corridas de toros) y 2025 (con 23) como las más intensas de su carrera. De todas ellas, 12 fueron en plazas de 1ª y 29 de 2ª.

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