Del barro que dejó la DANA en Valencia al paraíso de Espino Rapado: así cerró El Balilla su inolvidable fin de semana en Salamanca
Javier Adán, el niño torero que impactó al mundo jugando a los toros envuelto entre el drama de Algemesí, descubrió de la mano de El Capea al toro bravo en la finca salmantina de San Pelayo de Guareña tal y como le prometió el diestro cuando vio impactado aquellas imágenes en pleno desastre de la riada.
Cerró un fin de semana que jamás lo olvidará cumpliendo un sueño. Javier Adán 'El Balilla', el pequeño valenciano de cuatro años que se hizo viral en las redes sociales después de que un aficionado publicara una imagen jugando a los toros envuelto en la tragedia vivida en su pueblo, Algemesí, completamente enfangado, arrasado, con las casas reventadas e inundadas de barro, con todo el destrozo apilado en las puertas de las casas... El NIño viajó este fin de semana a Salamanca a la llamada de Pedro Gutiérrez 'El Capea' que, impactado y sensibilizado con las imágenes de la inocencia y la afición de aquel pequeño jugando al toro con un capote de la mano, hizo un llamamiento en las redes para localizarlo y ofrecerle una alegría en medio del desastre que le ha tocado vivir.
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El Balilla se vino a Salamanca con parte de su familia, sus padres, su hermana y sus abuelos. El sábado vivió al lado de El Capea una inolvidable jornada de toros en el festival de Alba de Tormes; y el domingo continuó viviendo un sueño que servía para alejarle de la pesadilla por unos días. Javier Adán visitó por la mañana Espino Rapado, la finca salmantina de El Capea, en San Pelayo de Guareña, muy cerca de Ledesma, y allí pudo cumplir otro de sus sueños: descubrir la grandeza del toro bravo en el campo, en la inmensidad de la dehesa.
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En ese paraíso para muchos desconocido en el que se cría el animal más bello del mundo en plena naturaleza. La mejor lección de conocimiento del medio para un niño. Y para muchos adultos también...
Acudió a Espino El Balilla acompañado de todos los suyos y la familia de El Capea hizo de perfecta anfitriona. Vieron los becerros recién nacidos, los erales, los utreros, los toros, las vacas... en los cercados dentro de la inigualable belleza del campo que el pequeño, casi al ralentí, surcó como copiloto del vehículo que conducía su ídolo, su torero referente. El diestro que, sensibilizado por la tragedia, le abrió las puertas de su casa para devolverlo a la normalidad dentro de la tragedia que le ha tocado vivir. Y después jugaron juntos al toro en la plaza de tientas de la propia finca. Una jornada fantástica que el pequeño vivió emocionado y que el torero le mostró orgulloso. Cumpliendo la palabra que le dio y la promesa que le hizo. El Balilla no lo olvidará. Su familia tampoco. Y desde luego que este detalle de El Capea ya forma parte de su vida, porque con el pequeño firmó una de sus mejores faenas. El Balilla volvió de nuevo a Valencia, a su pueblo de Algemesí para reencontrarse de nuevo con la cruda realidad de una pesadilla que aún no ha terminado, pero con la felicidad de haber cumplido un sueño. Conocer de primera el toro bravo. Su gran pasión que El Capea le ha enseñado de primera mano.
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