«Ni un joven compra una flor»
El mal tiempo y la pérdida de las tradiciones vacían de asistentes el cementerio San Carlos de Borromeo en la víspera del Día de Todos los Santos, mientras los puestos han pasado de más de veinte a tan solo unos seis este año
M. B.
Salamanca
Viernes, 31 de octubre 2025, 19:42
Entre paraguas, flores y viento, el cementerio vive este año una víspera de Todos los Santos marcada por el mal tiempo y por una asistencia menor que la habitual. Las previsiones meteorológicas no acompañan: se anuncian rachas de viento y lluvias intermitentes durante todo el fin de semana, con alertas activas que ya están afectando a quienes suelen acudir a honrar a sus seres queridos. Aun así, algunos se resisten a dejar que el mal tiempo empañe la tradición.
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Demelza y Marisa Coco Barajas, madre e hija, llegaron temprano para adelantarse al temporal: «Venía desde pequeña con mis abuelos y mi madre, y me gusta mantenerlo». «Es un día de respeto, de recuerdos… de cariño, aunque también de tristeza», añade su madre, que reconoce entre risas que el cementerio siempre le ha dado reparo: «Nada más entrar me tiembla todo el cuerpo, pero vengo por costumbre y por cariño». Ambas notan que cada año hay menos gente y lo atribuyen tanto al tiempo como al cambio generacional: «Halloween ha ido ganando terreno, pero no son fiestas incompatibles. Yo ayer estuve trabajando disfrazada y hoy estoy aquí».
A las puertas del cementerio, los puestos de flores luchan también contra el viento y el agua. Óscar Vázquez, florista autónomo desde hace diez años, explica que este año las ventas están más flojas: «Lo que más vendemos son claveles, pero cada vez hay menos gente. Este año, con la lluvia, aún peor. Antes venían familias enteras; ahora, sobre todo, personas mayores. En diez años no he visto a un chaval de veinticinco años comprar flores por Todos los Santos».
Para María Teresa Renzuela, que lleva 40 años limpiando las tumbas familiares, la previsión de lluvia no es excusa: «He venido antes para que no me pille el agua. Todos los años vengo, aunque caigan chuzos de punta. Pero sí, se nota que cada vez viene menos gente y que hay menos puestos».
Los más jóvenes apenas se asoman por el camposanto. Ana Chorbi, que debuta este año con un puesto de flores artificiales, confiesa que no sabe qué esperar: «Es la primera vez que venimos y la verdad es que el tiempo no ayuda». Mientras tanto, los clásicos churros y el chocolate caliente siguen siendo el refugio perfecto para quienes desafían el mal tiempo.
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José Ángel Santos, churrero de toda la vida, asegura que el negocio mantiene su esencia: «El tiempo podrá ser malo, pero el cariño no entiende de fechas ni de lluvias».
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