Cuando empresarios y sindicatos ya 'compartían mesa' sin saberlo: «Él no se acuerda, pero nos conocimos en un bar del Alto del Rollo»

Uno representa los intereses del tejido empresarial salmantino. El otro, la voz de los trabajadores. Sin embargo, los une la creencia de que en la colaboración y el diálogo está la clave para alcanzar sus objetivos. Antonio Rollán, presidente de la Confederación de Empresarios de Salamanca (CES), y Marcelino Muñoz, secretario provincial de UGT, se unen en esta entrevista en la que abordan la actualidad y revelan algunos detalles personales.

¿Cómo valoran la relación empresas-sindicatos? ¿Choques o colaboración y diálogo?

Antonio Rollán —Es fundamental la colaboración. En muchos casos, debemos olvidarnos de personalismos y tener los mismos objetivos: el crecimiento de la empresa y la calidad de vida de los trabajadores.

Marcelino Muñoz —Colaboración, como no puede ser de otra manera. Sí que hay puntos en los que tenemos conflicto, pero en el día a día, colaboración. Llegando a acuerdos es como creo que más se avanza.

¿Recuerdan la primera vez que coincidieron? ¿Se conocían antes de llegar a sus respectivos puestos?

A. R. —Creo que la primera vez que coincidimos fue cuando él llegó a su cargo, hace cuatro años y medio. Nos reunimos en CES cuando vino a presentarse.

M. M. —Él ahora no se acuerda, pero hemos coincidido antes en otra ocasión, en un bar del Alto del Rollo hace muchos años. Nos tomamos una cerveza.

¿Las cifras oficiales del paro reflejan la realidad laboral de Salamanca o están maquilladas por los contratos fijos discontinuos?

A. R. —En los últimos meses el paro en Salamanca ha descendido, pero cada vez hay más contratos temporales y fijos discontinuos. Hay que luchar por conseguir un empleo de calidad y estable.

M. M. —Cuando hablamos de desempleo, siempre me gusta unirlo a la afiliación a la Seguridad Social, que está ahora mismo en récords. Los datos del paro dicen que la situación es buena. En Salamanca tenemos un músculo laboral bastante potente.

Si quedaran para tomar un café, ¿de qué tema hablarían para romper el hielo?

A. R. —Le preguntaría cómo lleva el día a día en el sindicato. Y también me interesaría por sus aficiones. Aunque haya diferencia de edad, seguro que aprendería muchísimo de él.

M. M. —Creo que podemos tomarnos una caña perfectamente y hablar de cualquier cosa. Menos de fútbol, que no tengo ni idea.

¿Qué sectores consideran que tienen un mayor potencial de crecimiento?

A. R. —En resumidas cuentas, Salamanca tiene potencial en el ámbito digital, el desarrollo del turismo rural, la biotecnología, la sostenibilidad, la hostelería y el turismo de la capital. Estos son los sectores clave que podemos desarrollar.

M. M. —Salamanca es una provincia que nunca ha destacado por su industria. Creo que por donde van los tiros es por el sector logístico. Hay un proyecto grande, como es el Puerto Seco, muy interesante por la propia ubicación de Salamanca. Tenemos zonas cercanas muy industrializadas, como Valladolid o Burgos, y la industria al final crea sinergias. También es importante el empleo tecnológico y, sobre todo, utilizar el capital humano que nos proporciona la Universidad.

¿Cómo se manejan en la cocina? ¿Qué comida le prepararían al contrario?

A. R. —Me defiendo lo justo. A Marcelino le haría una comida que no es complicada y que nos gusta a todos: unos huevos fritos de gallinas de corral, con unas patatas y algo de embutido.

M. M. —No tengo ningún problema en ponerme delante de los fogones; he vivido muchos años solo. A Antonio le cocinaría un arroz negro hecho al gas, sin duda. Acompañado de un vino de Toro.

¿Qué piden a las administraciones para dinamizar la economía local?

A. R. —Por un lado, flexibilizar todas las trabas burocráticas que tenemos, tanto la presión fiscal como las diferentes inspecciones de Hacienda. Tenemos otro gran problema en España, que es el tema de los trabajadores. Algunas de las personas que vienen del extranjero lo hacen para trabajar en empleos en los que realmente es necesaria la mano de obra, y se deben flexibilizar esas trabas. Por otro lado, las pymes deben tener el mismo apoyo que las grandes empresas. Son las que más sufren para subir la persiana en el día a día y, a la vez, las que son sometidas a más inspecciones. Eso no puede ser.

M. M. —Fomentar la creación de infraestructuras de todo tipo. La despoblación solo se puede revertir de este modo. Discrepo en cuanto a la fiscalidad. Lo que UGT ha defendido siempre es una receta muy sencilla: el que más tenga, que más pague. Y ahí no hago distinción entre empresarios y trabajadores. Por eso, estoy de acuerdo en lo de las pymes. No es de recibo que haya grandes grupos que paguen un 3 % y una empresa pequeña pague cerca del 45 % de impuestos.

¿Qué lugares de Salamanca son sus rincones favoritos para refugiarse y reflexionar?

A. R. —Me encanta hacer ejercicio a diario, salir a correr con mi música favorita durante un rato. Hay sitios en Salamanca que son un lujo: la zona del río, el Helmántico o algunos lugares de Villamayor. También caminar por el centro de la ciudad de noche; hay rincones muy especiales.

M. M. —Para mí, el centro de Salamanca es un lujo. Pero siempre que puedo me tomo un café en un bar contemplando la Plaza Mayor por la mañana. Y ese simple café es un auténtico lujazo.

Habrá jóvenes salmantinos que estarán dudando entre emprender o trabajar por cuenta ajena. ¿Qué mensaje les trasladarían?

A. R. —Los animo a emprender. Es algo que te aporta muchas cosas: alegría emocional, tú mismo te haces la agenda, tienes también acceso, en función de la situación de la empresa, a mayores percepciones sobre la renta. Eso sí, también tiene sus desventajas, porque hay que estar muy atento a lo que va sucediendo en la empresa día a día. Pero un negocio es así: puedes ganar o perder.

M. M. —Les diría que aprovechen la oportunidad que tenemos aquí, de tener una Universidad como esta. Que se formen en algo que a ellos les guste, en la Universidad o en otros sistemas formativos. Y luego ya se verá. No es malo emprender ni trabajar por cuenta ajena.

A pesar de su diferencia de edad, vamos a ver si comparten gustos musicales...

A. R. —No soy de ningún tipo de música en concreto. Me gusta poner música... y lo que vaya saliendo. Sí que me gusta que aporte energía positiva, música que anime.

M. M. —Escucho de todo, prácticamente. Pero me quedo, sobre todo, con música en español. De Sabina, cualquiera de sus discos me viene bien.

Si tuvieran que cambiar sus puestos por un día, ¿qué sería lo más fácil? ¿Y lo más complicado?

A. R. —Quizá lo más fácil para mí serían las relaciones sociales, es algo innato que tengo y creo que lo llevaría bastante bien. Sin embargo, me costaría dar apoyo o consejo al trabajador en algunas ramas viendo la realidad que vivimos las empresas.

M. M. —Lo más sencillo serían también esas relaciones sociales, porque al final estamos acostumbrados a tratar con mucha gente. Y complicado, nada. Llamaría a mis compañeros empresarios en ese momento y les diría que hay que respetar los convenios, solamente eso. Así nos ahorraríamos casi todos los problemas que tenemos ahora.

¿Qué le gustaría que dijera de usted dentro de cinco años la persona que tiene enfrente?

A. R. —Me gustaría que me dijera: «Mira hasta dónde has llegado». Que reconociera mi labor en nuestro ámbito de trabajo. Todo lo que he hecho por Salamanca, por la ciudadanía, las asociaciones, las empresas…

M. M. —Me gustaría escuchar que he desempeñado bien mi trabajo, que he sido un buen líder sindical. Que soy una buena persona y que soy alguien honrado. Si dijera eso, yo me daría por satisfecho.