Macarena, sentada en la terraza del Divala.
TERRAZAS DE BARRIO

Un bar que hace barrio y salvado por su terraza: «En un buen día podemos gastar tres sacos de patatas»

Macarena Andrés relata a LA GACETA los desafíos y alegrías tras más de una década en la hostelería en El Rollo y, desde hace casi dos años, como dueña del bar Divala, donde triunfan las bravas

José Fuentes Rajo

Salamanca

Jueves, 31 de julio 2025, 16:28

En el corazón del barrio del Rollo y a un paso de Puente Ladrillo se encuentra el bar 'Divala', en la calle Arenales, una zona en la que se respira tranquilidad y ambiente vecinal, ya que se encuentra en el interior de una plazuela entre edificios de viviendas. Macarena Andrés, su dueña actual, tomó el relevo de este local hace casi dos años, después de que el hombre que estuvo al frente durante más de una década encontrase trabajo en su pueblo natal y decidiese mudarse.

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Macarena ya llevaba trabajando trece años en un bar de la calle paralela, pero el covid cambió las prioridades de los clientes y, por lo tanto, las necesidades de los hosteleros. «Nos cambiamos después del covid por la terraza, porque la gente demanda este servicio más desde entonces. Cuando nos quitaron la terraza después de la pandemia nos quedábamos solos en verano, así que decidimos venirnos a este local, que además es más grande», explica la hostelera.

Después de tantos años tras la barra, Macarena ha conseguido consolidar una clientela que forma parte de la vida del barrio: «Aquí viene gente que vive o trabaja en la zona, y también estudiantes de institutos cercanos a tomar el pincho», relata la dueña, quien destaca que el trato con los clientes es lo que más le gusta de su trabajo: «Hay quienes vienen a diario y al final son parte de tu familia y de tus amistades, compartes con ellos tus problemas o las cosas que nos pasan», cuenta la hostelera. Una relación que muchas veces se mantiene durante años: «Algunos venían desde el instituto, luego se mudan al barrio o se convierten en madres, y siguen viniendo con sus hijos», apunta Macarena. También comenta que «hay quienes vienen a trabajar, por ejemplo, a pintar una casa, y acaban siendo clientes habituales o regresan los fines de semana con su familia porque les gusta el sitio».

APOYO MUTUO ENTRE NEGOCIOS

Y aunque el Divala es un bar de barrio, también acuden a él turistas, ya que en la zona también hay apartamentos turísticos y un hostal desde el que «gracias a Dios nos mandan mucha clientela», indica Macarena. Esto muestra cómo en los vecindarios alejados del centro las relaciones se humanizan más y los negocios terminan cooperando entre sí. «Al final intentamos apoyarnos los unos a los otros, yo les mando clientes y ellos a mí, lo que es un barrio, apoyo mutuo», concluye.

A diferencia de otros bares, este local mantiene la terraza durante todo el año y a pesar de que en verano consiguen llenar las catorce mesas de la terraza mientras que en invierno «los clientes solo salen para echarse un cigarrito rápido y entrar», no es «el punto fuerte del año» como sí lo son la primavera y el otoño, tal y como relata Macarena.

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LOS RETOS DE SER AUTÓNOMO

La ciudad se vacía en verano por lo que no es necesario ampliar la plantilla, ya que el volumen de trabajo se reparte. Contando con la dueña, en el Divala trabajan seis personas, y aunque el personal lleva meses siendo estable, el pasado año tuvieron problemas para encontrar empleados, algo común en el sector. «El año pasado fue difícil y nos obligó a poner la terraza autoservicio» comenta la dueña, que se lamente de que a los hosteleros «se les criminaliza mucho», lo que provoca que la percepción de la población sobre este empleo sea negativa. «Ahora intentamos que haya buenas condiciones no solo por los trabajadores, también por nosotros mismos. Antes en la hostelería sólo se vivía para trabajar, ahora nadie quiere eso, ni trabajadores ni autónomos». Y aunque Macarena disfruta hablando con los clientes en el día a día y se siente realizada con la calidad del servicio reconoce que «es muy duro». «Echas muchas horas y sacrificas muchas cosas a nivel personal, sobre todo cuando tienes hijos» La hostelera señala que la conciliación es «difícil» y que como madre siempre ha dependido de la ayuda de terceros. «En tema de bajas dependes de seguros privados o de tus propios ahorros, más si eres tú la que se va de baja, ya que hacen falta dos personas. Estamos muy desamparados en ese sentido» refleja Macarena.

Y aunque sea difícil, la hostelera busca que tanto ella como sus trabajadores tengan más fácil la conciliación, ya que varios de ellos tienen hijos, una de las principales razones por las que decide cerrar algunos días en agosto y que todos puedan disfrutar de unas vacaciones en verano.

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Desgraciadamente, las bajas no son el único quebradero para los dueños de los bares. El 19 de marzo del año pasado entraron a robar en el bar. «Te salta la alarma, vienes y está todo destrozado. Ya no es solo que se llevasen la TPV y destrozasen las tragaperras y la puerta, sino todo lo que conlleva, desde tener que cerrar y no ganar ese día, limpiar todo el destrozo, poner la denuncia...», relata Macarena, que ha indicado que esa situación le «generó mucho miedo», ya que «piensas que han puesto el foco en ti y en lo que hubiera podido pasar si en vez de estar el local vacío hubiese habido alguien solo».

LOS PLATOS ESTRELLA

Pero también hay lugar para las alegrías en el bar. En sus mejores días, pueden llegar a gastar «tres sacos de patatas bien a gusto», relata la dueña. Y es que las patatas bravas, aunque no son picantes, son uno de sus platos más demandados, aunque el tentempié de la casa lleva nombre propio, el montadito 'Divala', que también es muy solicitado por los clientes y consiste en un bocadillo de lomo, queso, huevo a la plancha y la salsa especial del bar.

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Turistas, estudiantes y, sobre todo, gente del barrio, disfrutan a menudo de estas delicias, y aunque Macarena no recuerda haber atendido nunca a ningún famoso, más allá de algún influencer local, sí que reconoce los rostros de sus clientes habituales con los que teje parte de la historia viva del vecindario.

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