PODCAST: HISTORIAS DE SALAMANCA
El centenar de muertos «ocultos» en la explosión del polvorín de Peñaranda
La censura de la época hizo que en julio de 1939 LA GACETA minimizara el trágico accidente que se llevó por delante a media localidad y se diera pábulo a todo tipo de especulaciones
La censura franquista silenció lo que pudo el accidente más grave que la provincia de Salamanca ha sufrido en su historia: la explosión del polvorín de Peñaranda. Más de un centenar de muertos, más de 1.500 heridos y más de un millar de casas destruidas fue el balance de un siniestro, del que nunca se sabrá el balance final.
Publicidad
Ocurrió un 9 de julio de 1939 y al día siguiente LA GACETA apenas publicó dos columnas en las que no apuntó siquiera el número de víctimas. Hubo que esperar un año, cuando el Ayuntamiento de la localidad organizó un funeral en la iglesia y un acto civil en el Plaza Mayor. Allí, el gobernador civil de la época, Gabriel Arias Salgado, detalló las cifras de víctimas y señaló que explotaron 300.000 kilos de dinamita.
Según las investigaciones efectuadas con posterioridad, al parecer un tren de mercancías procedente de Salamanca con destino a Ávila entró en la estación de Peñaranda con una de sus ruedas al rojo vivo. Una chispa hizo arder uno de los vagones del tren y eso dio origen a las explosiones que sucedieron después. Al parecer, la mercancía que transportaba el tren era amonal, una mezcla tremendamente inestable de nitrato amónico, TNT y polvo de aluminio.
La explosión fue enorme y casi simultánea a una segunda procedente del polvorín próximo a la estación, que almacenaba tres toneladas de bombas.
El pueblo quedó arrasado y se vio obligado a renacer de sus cenizas. Desde LA GACETA se hizo una campaña para recaudar fondos para ayudar a las familias. La nueva Peñaranda se convirtió en objeto de la propaganda del régimen de Franco y símbolo de la denominada Reconstrucción Nacional de los primeros años de la posguerra.