Ahora van a por los toros

Sábado, 27 de septiembre 2025, 05:30

Vaya manera de torcerse el otoño, para Sánchez. Mira que parecía haber cogido impulso con la el comodín de Gaza. Todo iba sobre ruedas después de la vuelta ciclista a España, hasta que los jueces han vuelto de vacaciones y han retomado toda esa ristra de casos de corrupción, que afectan al presidente y a su entorno. Y además, Podemos le ha ajustado parte de las cuentas pendientes y le ha tumbado su pacto migratorio con Junts. Y por si esto fuera poco su Ministerio de Igualdad ha vuelto a quedar en evidencia por una gestión nefasta de algo tanto serio como las pulseras de las órdenes de la alejamiento.

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Nada nuevo bajo el sol podría pensar usted al leer estas líneas. Que Sánchez viva una realidad paralela, que la corrupción sea una de sus señas de identidad, que su debilidad parlamentaria tenga al país paralizado o que no dimita nadie cuando desde un ministerio se ha puesto en peligro la vida de las personas, no es nada nuevo. Tampoco lo es que sus presuntos socios aprovechen su extrema fragilidad para sacarle hasta el tuétano. Y por ahí ha venido en los últimos días una iniciativa, que apenas ha tenido eco, pero de la que hay que estar muy pendiente.

Los socialistas han allanado el camino a la tramitación de la iniciativa popular para desproteger a la tauromaquia y que se deje de considerar patrimonio cultural, derogando la ley aprobada en el año 2013. Lo que se busca es que los toros dejen de estar protegidos y sea cada región la que decida si quiere prohibirlos, censurarlos, subvencionarlos o impulsarlos. Es decir, que cada político de turno pueda decidir, en su territorio de turno, qué es cultura y qué no lo es. Increíble, pero cierto.

La hipocresía de los partidos políticos, en general, con los toros es infinita. El único que lleva su abolición de forma clara en su programa electoral, el Pacma, no tiene un solo concejal en toda España. El resto de sus enemigos siempre ha pretendido atacar a la Fiesta por la espalda. Y este es un nuevo intento.

Nadie ha elegido a sus señorías para que nos digan qué tenemos que ir a ver. No hace falta que venga ningún diputado a explicarnos qué está bien y qué está mal. No es precisamente el Parlamento de hoy el mejor foro para intentar dar lecciones de moralidad. Ni la cultura popular puede depender de los gustos del consejero de una región. No conviertan también las tradiciones en una cuestión de derechas o izquierdas. Si alguien quiere prohibir los toros, que se presente a las elecciones con ese punto en su programa. Y si no, respeten la libertad del que quiera ir a una plaza y dejen de manosear un patrimonio que nos ha trascendido a todos.

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