Estimado señor Abascal: parece mentira que un partido democrático como Vox practique la intolerancia, la censura y, sobre todo, actúe de forma tan irresponsable cuestionando y calumniando fuera de nuestras fronteras y en uno de los países de donde procede un importante número de alumnos a una de las instituciones académicas que goza de mayor prestigio y reconocimientos internacional, como es la Universidad de Salamanca.
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Flaco favor ha hecho a España hablado mal de Universidad de Salamanca, reconocida y querida en América, especialmente en América Latina, por una venganza pueril, un pataleo infantil o por sacar pecho delante del expresidente americano. Por un minuto de gloria, usted, don Santiago, ha tirado por tierra el trabajo y buen nombre de Salamanca y de su Universidad. Porque el problema no es que lo haya dicho usted, que no es nadie, que no lo conoce nadie ni representa prácticamente a nadie. La gravedad de lo que ha hecho es el foro que ha utilizado y la repercusión que tiene la Conferencia Política de Acción Conservadora, una de las principales citas del Partido Republicano de Estados Unidos.
Reitero: es usted un irresponsable y ha demostrado que, también, es un gran vividor de la política, que predica lo que no practica y que cuando hay miserias en su partido y le interesa, mira para otro lado para no mancharse los zapatos de porquería.
Me indigna que un dirigente político se haya comportado con tanta insensatez y con la imprudencia con la que ha actuado usted. Pero aún me indigna más que el vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García Gallardo, actúe como un ramplón mequetrefe, incapaz de afear a su líder un comportamiento que es censurable, por mucho que sea el jefe de su partido. Y todavía me enfada mucho más que el responsable de Vox en Salamanca, procurador por esta provincia y portavoz del Grupo Parlamentario, Carlos Menéndez, le dé la razón como a los tontos. Un poco de sentido crítico le vendría muy bien a partidos políticos como el suyo, más cuando Menéndez ha estudiado en la Universidad de Salamanca y hasta ahora no le habíamos escuchado decir que era «una máquinas de censura, de coacción, de adoctrinamiento y de antisemitismo».
No creo que pensara lo mismo de la institución académica cuando Vox intentó utilizar su imagen para realizar un acto de campaña sin el correspondiente permiso en las elecciones autonómicas de 2022.
El que promovió ese encontronazo fue su portavoz en el Congreso de los Diputados, Iván Espinosa de los Monteros, que por cierto ya abandonó el partido por falta de democracia interna.
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Ustedes están acostumbrados a cargar contra quien le lleva la contraria, contra quien aplica las normas y no les deja hacer lo que quieren. Actúan prácticamente igual que hacía Pablo Iglesias en sus mejores tiempos, cuando se dedicaba a señalar a periodistas y medios de comunicación que eran críticos, exactamente igual que hace ahora Óscar Puente. Mucho no parece que crean en la democracia, ¿no le parece?
La censura y el adoctrinamiento, la falta de ética y de estética es la que se ha practicado en su partido y si no, pregunte a los más de 70 militantes de Salamanca que en 2019 se dieron de baja hartos de que no les hicieran ni caso por denunciar que el partido estaba en manos de Rafael Revert, multado por consumo o tenencia ilícita de drogas y un personaje intrigante y siniestro, tipo Koldo, pero en versión Vox.
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Haga el favor, usted señor Abascal y todos sus acólitos, de pedir perdón a Salamanca y a los salmantinos que nos sentimos dolidos por la gravedad de sus insultos.
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