El Congreso para elaborar el IV Libro Blanco sobre el Desarrollo de Salamanca, organizado el pasado lunes por LA GACETA, produjo algo más que una larga lista de valiosas aportaciones a la mejora de la economía local. Fue también un punto de confluencia de las reivindicaciones de Salamanca frente a un Gobierno central que lleva años desatendiendo las necesidades de inversión e infraestructuras de la provincia.
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El presidente de la Junta llegó al Palacio de Congresos con dos importantes 'regalos' para Salamanca, 3 millones para última tecnología contra el párkinson, y el proyecto de un potente núcleo de empresas especializadas en el diseño de medicamentos. Pero Alfonso Fernández Mañueco lanzó también un aviso a Pedro Sánchez, al que acusó de tener escasa sensibilidad con Salamanca y con Castilla y León, para las que reivindicó más inversiones del Estado. El titular de la Junta no quiso entrar en los motivos de ese olvido: «Cada cual puede pensar cuáles son», apuntó con un comedimiento quizás excesivo. Porque hubiera sido bueno abundar en las razones de una marginación que condena a esta tierra al atraso social y económico. ¿Será porque no necesita nuestros votos? ¿Será porque no hay aquí dirigentes con espíritu reivindicativo que le echen la gente a la calle para protestar por tanta afrenta y tanto agravio? ¿Será porque el PSOE de Castilla y León no pinta nada y es incapaz de exigir para esta Comunidad lo que sus colegas consiguen para otras? Había mucha tela que cortar en esas razones que el presidente de la Junta dejó en el aire.
Más contundente en su queja fue el rector de la Universidad. Ricardo Rivero expresó con vehemencia lo que muchos de los altos cargos, empresarios y expertos que asistían al Congreso estaban pensando. Que el Gobierno de Sánchez nos está robando el futuro, está cercenando las posibilidades de desarrollo al frenar las conexiones por tren con Madrid y con Portugal. Y lo que es más grave, como bien apuntó Rivero, esas oportunidades son como el tren que pasa y no vuelve más. Porque la capacidad de inversión que ha disfrutado en los últimos años el Gobierno central empezará a decaer a partir de 2024, cuando desaparezcan los fondos especiales de la UE y comencemos a pagar la enorme deuda que ha acumulado Sánchez.
Estamos pues ante la penúltima oportunidad de conseguir las infraestructuras de comunicación que permitan convertir a Salamanca en polo logístico y de alta tecnología. El rector avisó de que si no se recuperan pronto las frecuencias del tren rápido a Madrid y se termina la electrificación de la vía hasta Portugal, la Universidad tendrá muy difícil crecer en alumnos como viene haciendo los últimos cursos, y lo mismo ocurrirá con el conjunto de la economía salmantina.
Desde el día del Congreso, LA GACETA ha publicado dos noticias ferroviarias que confirman ese abandono, rayano en el desprecio, con el que el Gobierno del PSOE castiga a esta tierra. La primera fue esa imagen vergonzante del Alvia aparcado en la estación de Vialia durante las horas que debería cubrir la tan añorada cuarta frecuencia. Una imagen que debería sonrojar a los responsables de Renfe, que se venían escudando en que no había Alvias suficientes, una vez que ya hay demanda y maquinistas. La conclusión es que no ponen la cuarta frecuencia porque no les sale de las traviesas. Y la otra nueva suena sencillamente a cachondeo: el Gobierno sanchista dice ahora que prevé acabar la electrificación hasta Fuentes de Oñoro en 2024, cuando en sus presupuestos figuran partidas hasta 2027.
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Al olvido y el desprecio se unen ahora la mentira y el vacile.
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