La sonrisa de Sánchez

La foto a la entrada de La Moncloa refleja la alegría del presidente del Gobierno y las pocas esperanzas del titular de la Junta

Domingo, 24 de noviembre 2024, 06:00

La foto que ilustraba la portada de LA GACETA DE SALAMANCA en su edición de ayer sábado ofrece a un ojeador avispado algunas de las claves del encuentro celebrado el viernes en La Moncloa entre el presidente del Gobierno y el de la Junta de Castilla y León. En la instantánea aparece un Pedro Sánchez sonriente, estrechando feliz la mano de un Alfonso Fernández Mañueco con cara de circunstancias, casi de disgusto, como si estuviera a punto de someterse a una sesión de tortura política.

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Podría sorprender que el inquilino de La Moncloa se presente estos días con una sonrisa de oreja a oreja, con la que está cayendo en su Gobierno, acorralado por las declaraciones de Víctor de Aldama. Pues no se sorprendan, porque a Sánchez todo esto de la corrupción que impregna a medio Ejecutivo y a más de la mitad de la familia presidencial, le preocupa lo justo, por no decir nada en absoluto. Al del Falcon solo le inquietaba la posibilidad de que se le sublevasen los socios de investidura, no siendo que la líen y le toque hacer las maletas. Pero el pasado jueves pudo comprobar que no hay peligro: la comunidad de intereses de la banda de sacamantecas comunistas y separatistas se mantiene unida, prietas las filas. Le aprobaron la reforma fiscal, que de una tacada aporta dos alegrías dignas de celebración para el entramado sanchista: encarrila la legislatura y les asegura unos cuantos miles de millones de euros suplementarios para seguir derrochando y pagando peajes a cambio de los votos de los insaciables catalanes y vascos.

Sánchez se troncha de la risa cuando saluda a Mañueco porque no tiene ninguna intención de escucharle, porque sabe que no le necesita para seguir en La Moncloa, ni al presidente de la Junta ni a los castellanos y leoneses que representa.

Y el pobre Mañueco también lo sabe. Es perfectamente consciente del destino de esa larga lista de reivindicaciones, de promesas incumplidas y de flagrantes olvidos del Gobierno con Salamanca y con Castilla y León. Fueron a la papelera antes de que el líder regional del PP abandonara los salones monclovitas.

De ahí la cara de disgusto de Mañueco, condenado a soportar el gesto chulesco, de perdonavidas, de Sánchez, y obligado además a salir diciendo aquello de que «no hay compromisos concretos…» pero más adelante, ya se verá y tal.

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El del Falcon lleva seis años largos sin acordarse para nada de esta tierra y ahora mismo, con el Gobierno y la familia en llamas, con Europa indignada, los valencianos esperando con pelotillas de barro y los jueces al acecho, lo último que va a hacer Sánchez es invertir ni un euro de su presupuesto ni un segundo de su tiempo en mejorar la vida de los castellanos y leoneses.

En ese sentido, estuvo muy gracioso el mismo viernes el ministro de Política Territorial, Víctor Ángel Torres, cuando aseguró que el Ejecutivo sanchista ha dedicado a esta Comunidad autónoma 12.000 millones de euros más que los gobiernos de Mariano Rajoy. La gracia está en que se trata de millones invisibles, indetectables e indemostrables. Lo que sí podemos decirle a Torres, aquí desde Salamanca, es que la inversión del Estado en esta provincia durante el sanchismo ha sido de vergüenza. Más que rácana, ha sido inexistente. En seis largos años ni se ha acometido la electrificación de la línea férrea a la frontera portuguesa, ni las obras del acceso Norte, ni el enlace de Buenos Aires, ni se ha avanzado en la recuperación de la Ruta de la Plata, ni… vamos a dejarlo ahí, porque si seguimos vamos a copiar la lista de incumplimientos que se llevó Mañueco a La Moncloa, cuyo aciago destino ya conocemos.

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