Opinión

Sánchez no escucha

Mañueco le hablará de igualdad y de las necesidades de Castilla y León, pero el del Falcon ni escuchará ni tomará nota

Jueves, 24 de octubre 2024, 06:00

La «normalidad institucional» es a Pedro Sánchez lo que la «finura y la elegancia» son a Koldo, el compinche de Ábalos. Digamos que son términos opuestos, incompatibles, como el agua y el fuego.

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El presidente del Gobierno ha acabado con cualquier atisbo de normalidad institucional en la política española. Sánchez ha convertido la anormalidad, lo nunca visto, lo inimaginable, en su hoja de ruta, su particular santo y seña. Acciones tan anormales e increíbles como pactar con golpistas, decisiones tan contrarias a las sanas costumbres democráticas como dejar que los delincuentes redacten las leyes que les amnistían o que los terroristas y sus amigotes decidan cómo y cuándo puede actuar la policía o espectáculos como el de su retiro de cinco días para engañar a todo un país, demuestran que la normalidad y lo institucional a Sánchez le repelen.

Eso sí, cuando al señorito de La Moncloa apela a la normalidad institucional para exigir que todos los presidentes autonómicos vayan a su despacho a rendirle pleitesía, entonces cualquiera que se oponga a sus santos designios es acusado de atentar contra los usos y costumbres de la democracia. A Sánchez le llamó Rajoy cuando el gallego era presidente del Gobierno y el entonces líder de la oposición no acudió al encuentro. Ahora llega la presidenta de la Comunidad de Madrid, y cargada de razones declina visitarle en La Moncloa, y ya tenemos el cisma.

Tras seis años de deriva antidemocrática, de socavar los cimientos del Estado de Derecho, de atentar contra la separación de poderes, contra la libertad de prensa, contra la justicia, la igualdad y contra los principios más elementales de la moral y el civismo, parece que algunos todavía no se han caído del guindo. El problema es que algunos de estos pardillos anidan en la calle Génova.

Todavía hay entre los dirigentes populares quienes afean a Díaz Ayuso por anunciar que no acudirá a entrevistarse con el gran mentiroso y en su caso el gran acosador del Reino de España. Todavía hay en el entorno de Feijóo quienes no se han enterado de la deriva emprendida por Sánchez hacia la autocracia, preludio de la dictadura. El último arreón en ese camino ha sido el asalto a Televisión Española. Un atentado en toda la regla contra los usos democráticos, contra esa normalidad institucional que reclama el Partido Sanchista. La confirmación del ataque continuo y el desprecio a quienes no forman parte del Frankenstein gubernamental. El desdén de la oposición que supone cambiar por decreto la mayoría para nombrar al Consejo de Administración de RTVE confirma que con Sánchez el PP no puede ni debe negociar, ni dialogar, ni pactar nada. Con el del Falcon, ni a cobrar una herencia.

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La convocatoria a los presidentes autonómicos es un engaño, uno más. El inquilino de La Moncloa quiere hacerse la foto para fingir que negocia la financiación con todas las autonomías, cuando en realidad la tiene pactada y vendida a los golpistas catalanes. La convocatoria de los presidentes autonómicos no sirve para nada, es una pérdida de tiempo. Sánchez ni escucha, ni toma nota, ni le importa un bledo lo que le pueda decir, por ejemplo, Alfonso Fernández Mañueco, citado para el próximo martes. El presidente de Castilla y León le hablará de igualdad entre autonomías, de solidaridad, de las muchas necesidades de esta tierra. Todo esto a Sánchez le entrará por un oído y le saldrá por el otro.

Vale, que Mañueco entiende que acudir a la llamada del presidente del Gobierno es un deber institucional. Pero, ¿hay que respetar la normalidad institucional contra el campeón de la anormalidad institucional? Ahí lo dejo.

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