DE CALLE

Olvidos que duelen

No acabamos de acostumbrarnos a los desaires del Gobierno sanchista: lo de la Ruta de la Plata es solo uno más

No por habituales dejan de doler los constantes desplantes del Gobierno sanchista con Salamanca. Llevamos cinco años de olvidos y desaires… y nos quedan otros cuatro de aguantar el chaparrón, si el PNV no lo remedia, que no lo remediará.

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La última afrenta del Ejecutivo de la nación, que cada día es más el gobierno de, por y para los antinación, ha consistido en dejar fuera a la capital en el reparto de los fondos europeos Next Generation para «el fomento de actuaciones dirigidas a la renaturalización y resiliencia de ciudades española». Se trata de uno de los proyectos más ambiciosos del Consistorio, por importe de 4,5 millones de euros y destinado a reverdecer un tramo urbano de la Ruta de la Plata. El plan municipal contaba con el apoyo no solo de las asociaciones de vecinos de Garrido y Comuneros, de la Fundación Tormes, de la Universidad y de la Consejería de Educación de la Junta de Castilla y León, sino también con el respaldo del organismo de infraestructuras ferroviarias del Gobierno (Adif), pero ni por esas.

El concejal de Hacienda del Ayuntamiento capitalino, Fernando Rodríguez, apuntaba ayer a LA GACETA sus sospechas de que la decisión no ha sido técnica sino política (como casi todas con este Gobierno). Los datos avalan sus conjeturas: de los 19 proyectos aprobados por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico que dirige (es un decir) Teresa Ribera, solo tres corresponden a ayuntamientos gobernados por el PP cuando se evaluaron los proyectos, y el resto se los reparten entre el PSOE y sus socios de IU, Compromís, PNV y Convergencia. Es decir, que salvo honrosas excepciones, los fondos para España de la Unión Europea (cuyo destino la presidenta de la Comisión de Control Presupuestario del Parlamento Europeo, Monika Hohlmeier, decía desconocer en mayo pasado), están siendo repartidos a la cuadrilla del Frankenstein. El lema sanchista de la recuperación tras la pandemia se resume en un «Todo queda en casa».

Al Ayuntamiento salmantino no le queda otro remedio que apechugar en solitario con las obras y sacar de las arcas municipales esos 4,5 millones para un proyecto muy en línea con lo que pide Europa en cuanto a recuperación verde de las ciudades, pero que se hará sin fondos europeos porque a Ribera y Sánchez no les ha parecido suficientemente verde. O más bien porque les ha parecido demasiado azul.

En fin, que con los fondos europeos distribuidos por el Gobierno llueve sobre mojado. Salamanca se quedó sin los 45 millones de euros destinados al Centro nacional de la Lengua, que fueron a parar a La Rioja, un territorio sin tradición ni peso en la enseñanza y difusión del español, igual que nos dejaron sin los centros nacionales de Neurotecnología y de Inteligencia Artificial, campos en los que la capital dispone de grupos y empresas punteros en la investigación y del desarrollo de nuevas tecnologías. De la tan cacareada descentralización de organismos gubernamentales que consistía en sacarlos de Madrid para llevarlos a la España vaciada, aquí nunca se supo nada. Aquí el Ejecutivo sanchista se limita a pagar los sueldos de los funcionarios del Estado, las pensiones y el paro. Y así llevamos cinco largos años, y otros cuatro que nos esperan si Ortuzar no lo evita, que no lo evitará. Aunque sigamos mareando la perdiz, ahora con que si Vox no exige ministerios, que si tal, que si cual, para nada los recogenueces del PNV no van a cambiar a un presidente generoso y dócil con los separatistas por uno que crea, aunque sea solo un poquito, en la igualdad entre todos los españoles. Ni hartos de pacharán.

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