Opinión

Soy de los malos

Con este Gobierno veo que no estoy con los buenos, que son los terroristas, sino con los malos: las víctimas y los policías

Decía Courtois, cuando pasó del Atlético al Madrid, que desde ese momento estaba del lado bueno de la historia. Le cayó la del pulpo entonces y todavía le llueven mecheros cuando juega en el Wanda Metropolitano, aunque el portero belga solo quería recalcar una verdad como un templo: que con los merengues ganaría las copas de Europa que nunca conseguiría con los colchoneros.

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Yo acabo de descubrir que estoy en el lado malo de la historia después de muchos años de pensar que estaba en el bueno.

Ese sentimiento de derrota me asalta cuando veo cómo este Gobierno de nuestros dolores ha cambiado la historia y ahora resulta que los buenos son los terroristas y quienes les defienden y los malos son las víctimas, los policías y guardias civiles, los que murieron hace pocos años por defender la patria y la democracia, los que consiguieron atrapar y llevar a la cárcel a los etarras, y los que ahora hacen cumplir las leyes y combaten el crimen.

El Ejecutivo sanchista me descoloca, y supongo que a la gran mayoría de los demócratas de este país, cuando permite y alienta que sean los terroristas, los que organizan homenajes a los asesinos y los que no condenan el terrorismo, quienes diseñen y aprueben la nueva Ley de Seguridad Ciudadana que delimita y obstruye el trabajo de las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado.

Los malos de siempre, los criminales, diciendo cómo y cuándo pueden actuar los policías. El mundo está al revés, o soy yo estoy el que está cabeza abajo (Fito&Fitipaldis). Pronto los reclusos vigilarán a los funcionarios de prisiones y les cachearán a la entrada y salida de prisión.

Yo seguiré estando del lado malo de la historia, del lado de las víctimas del terrorismo y en contra de los asesinos y sus herederos.

Me pasa algo parecido en el conflicto de Oriente Próximo. Crecí pensando que los nazis eran los malos y que el holocausto era una de las mayores vergüenzas de la Humanidad. Seguí creciendo con la idea de que los judíos se habían ganado el derecho a tener su propia nación y que los malos eran los radicales islamistas que pretendían echarles al mar, primero a ellos y luego a todos los «infieles», incluidos nosotros los españoles. No estoy de acuerdo con el alcance de algunas de las operaciones militares ordenadas por Netanyahu, pero estoy seguro de que el Ejército israelí solo pretende acabar con los terroristas islamistas, que tantas veces utilizan a la población como escudo. Me parece lógico apoyar a quienes defienden la democracia y no a quienes nos quieren matar. Pero ahora compruebo que me había colocado en el lado malo de la historia y que, al menos para el Gobierno que nos representa a todos, los buenos son los terroristas de Hamás y Hezbulá, los mismos que cada dos por tres felicitan a Sánchez por su política.

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Más claro lo tengo, incluso, con el caso de Venezuela. Estoy de manera incondicional con los demócratas, con el ganador de las elecciones, Edmundo González, y contra el dictador Maduro que está provocando un holocausto en ese país amigo.

Pues también en Venezuela parece que me he equivocado de bando, y que para nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores los buenos son el sátrapa bolivariano y su incondicional lacayo Zapatero. Ayudamos a Maduro cuando quiere deshacerse de González, acogemos a los criminales del régimen en casa del embajador y no reconocemos al ganador porque no queremos enfadar al gorila, o a su espíritu.

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Así que estoy con los malos en casi todos los frentes, pero no pienso cambiar de opinión, como otros. A veces siendo de los malos te quedas muy a gusto.

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