¿Dice Sánchez la verdad?

Que estallen los cohetes y dancen las animadoras. Que resuenen los tambores y reine la algarabía por toda España. Por fin, mes y medio después de las elecciones, Pedro Sánchez ha tenido a bien hablar de la amnistía a los golpistas catalanes.

Hasta el más tonto sabía que el sanchismo estaba negociando el perdón a Puigdemont y compañía, pero el obstinado silencio del presidente en funciones nos tenía a todos acongojados, no siendo que fuera solo un bulo, una noticia 'fake' de esas que se prodigan ahora en las redes. Ha tenido que descender Su Persona del Falcon para ratificar lo que todos sospechábamos: que no hay precio pequeño a cambio de la investidura y que Su Sanchidad está dispuesta a vender a su madre si hiciera falta con tal de seguir en el poder. La amnistía ha debido de parecerle barata cuando solo se trata de pervertir la Constitución y arrasar con la igualdad de todos los españoles. Menudencias comparadas con el sagrado objetivo de seguir en La Moncloa.

Habría que declarar fiesta nacional la histórica jornada del viernes día 6 de septiembre. Por una vez, y sin que sirva de precedente, Sánchez ha dicho una verdad: se está negociando esa canallada que supone conceder la amnistía a los condenados por sedición. Va a ser el pago contante y sonante a cambio de los votos necesarios para renovar la presidencia y el Gobierno Frankenstein.

Sin embargo, tratándose el mayor mentiroso de cuantos han ejercido en la nómina de los políticos españoles, cabe sospechar que nos engañe y nos oculte la realidad de los hechos. ¿Se está negociando la amnistía? ¿Ha dicho Sánchez algo cierto desde que llegó al poder? Si miramos hacia atrás, comprobaremos que el presidente en funciones del Gobierno, que llegó al poder sobre la base de una sentencia trampeada por un juez bien pagado en la que se aludía de manera torticera a una supuesta financiación ilegal del PP de Mariano Rajoy, siempre ha navegado sobre la mentira y el engaño. Si la cabra tira el monte, puede que esté reincidiendo en sus vicios.

Recordemos lo que dijo Sánchez cuando se produjo el golpe de Estado de Puigdemont, Junqueras y su banda de insurrectos. El entonces líder de la oposición consideró ilegal, inconstitucional y merecedor de la máxima condena, incluido el cumplimiento íntegro de las penas para los secesionistas, el asalto a la soberanía nacional. Era mentira, claro. Ahora le conviene otra cosa y dice que la declaración de independencia nunca debió llegar a los juzgados y que quienes se han equivocado no son los golpistas sino los jueces que les enviaron a la cárcel. Estamos ante uno de esos cambios de opinión tan habituales en Sánchez.

Resulta que cuando el del Falcon callaba sobre la amnistía y sus lacayos en el PSOE negaban que estuviera sobre la mesa, el perdón a los golpistas se estaba negociando en la más íntima oscuridad.

Y ahora que dice que se está negociando, tampoco debemos creerle. Porque nunca dice la verdad. La amnistía está negociada y concedida, sea desde 2013 como piden sus colegas de Sumar o desde la dictadura franquista, que todo puede ser.

¿Qué paso será el siguiente? Pues no resulta difícil adivinarlo. Su Sanchidad negará que se esté negociando el referéndum, lo cual significará que lo están hablando. Y después admitirá que lo están discutiendo, y ese será el punto en que estará concedido.

Estamos advertidos. La primera vez que nos engañó a todos los españoles fue su culpa. La segunda o la tercera (y vamos por la vigésimo quinta), ya no es culpa de Sánchez, sino nuestra. Porque parece como si en España la mentira y la traición no tuvieran castigo.