Mañana comienza el semestre de presidencia española del Consejo de Ministros de la UE. Lo que Sánchez esperaba como agua de mayo para poner el broche final y la guinda a la legislatura se ha quedado en agua de borrajas por la decisión del propio presidente del Gobierno de adelantar las elecciones generales al 23 de julio. Puestas así las cosas, estos seis meses pueden dividirse en dos partes perfectamente diferenciadas.
Publicidad
Primero, de julio a septiembre, un trimestre marcado por la cita con las urnas, el paréntesis de agosto y la formación del nuevo Gobierno; como muy pronto no estará listo hasta finales de septiembre, y eso con mucha prisa.
Por lo tanto, durante este trimestre, poco se puede esperar, con los ministros actuales y el propio Pedro Sánchez prácticamente en funciones. Aunque, eso sí, entre lo que cabe esperar se debe incluir el aprovechamiento en términos de imagen de estos «fastos» venidos a menos.
A partir de octubre será el nuevo Gobierno, independientemente de su color, el que deba afrontar el segundo tramo del periodo presidencial. En este contexto hay que situar el anuncio hecho ayer por Feijóo de que tiene un equipo capaz y preparado para hacerse cargo de esta tarea.
En ese grupo están un ex comisario y exministro, Miguel Arias Cañete, y varios exministros. El gallego no parece tener problemas de banquillo. A efectos de contenido, los periodos de la presidencia rotatoria del Consejo de Ministros han perdido buena parte de la importancia que tenían antes. La marcha normal viene dada por las propuestas de la Comisión Europea, que es la única Institución de la UE que tiene lo que se llama capacidad de iniciativa o de presentar propuestas, y también por la presidencia permanente del Consejo de Ministros.
Publicidad
Es verdad que el Estado miembro que ostenta la presidencia semestral puede dar impulso a algunos temas, pero poco más. Por otro lado, escucho, leo y veo a supuestos especialistas y organizaciones de todo pelaje, que afirman que es un buen momento para que España consiga tal o cual cosas durante este semestre: craso error y gran desconocimiento.
Los seis meses en los que un Estado miembro ostenta esa presidencia son el peor momento para lograr alguna de sus reivindicaciones, porque su tarea consiste, sobre todo, en lograr consensos y puntos de equilibrio o un denominador común en los asuntos más espinosos objeto de debate. A lo más que puede aspirar ese país, en este caso España, es a obtener lo que se denomina en la jerga comunitaria «el regalo de la presidencia». Eso significa que la Comisión Europea, si la colaboración con ella ha sido buena, atienda alguna de las reivindicaciones de ese Estado miembro, pero poco más.
Publicidad
PD. La semana pasada contaba aquí el error de Ayuso al suprimir el nombre de «agricultura» de la Consejería correspondiente de su nuevo Gobierno, el primero con mayoría absoluta. Afortunadamente, rectificó el lunes y quedó claro que en Madrid habrá, de hecho hay ya, la Consejería de Medio Ambiente, Agricultura e Interior. Al frente de la misma está un especialista en protección civil y gestión de catástrofes. Ni más, ni menos.
Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión