El pasado 16 de junio, en plena efervescencia del PP, publiqué este artículo en la GACETA, que reproduzco a continuación: «Voy a escribir lo que bien se podrían denominar perogrulladas, pero creo que es necesario. Primera: Pedro Sánchez ha convocado elecciones para el 23 de julio. Segunda: hasta que no se cierren las urnas y se haya realizado el recuento de los votos no se sabrán los resultados y cuál es la lista más votada. Tercera: la mayor parte de las encuestas apuntan a que el PP ganará las elecciones, aunque no obtendrá mayoría absoluta; a continuación, se situarían las listas «sanchistas», ya que no me atrevo a afirmar que sean las elaboradas por el PSOE (véase el caso de la vecina Ávila); y, en tercer lugar, se colocaría Vox. Cuarta: según la mayor parte de esos sondeos, la suma del PP y de Vox daría mayoría absoluta al bloque de derechas. Quinta: en base a estos resultados, en ciertos medios y grupos se da casi por hecho la formación de un Ejecutivo de coalición entre esas dos fuerzas, o bien en solitario del PP, en el caso de los más optimistas de este último grupo. Sexta: sobre la base de lo anterior, y a raíz de la elaboración de las listas electorales, han comenzado a circular nombres de personas que podrían sentarse en el sillón del próximo Consejo de Ministros. Y, séptima: me parece que se está vendiendo la piel del oso antes de que se haya cazado. Conclusión: algunos y algunas han entrado en una fase de «gran precipitación»
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Voy a insistir: lo primero es que se celebren las elecciones; lo segundo, que gane el PP; lo tercero, comprobar que los resultados obtenidos supongan mayoría absoluta; y, lo cuarto, comparar los resultados obtenidos por los populares y los de Santiago Abascal. Un ejemplo: no es lo mismo que el PP logre 160 diputados y los de Vox 20, o que los primeros se queden en 140 y los segundos escalen hasta los 40. En ambos casos estaríamos hablando de mayoría absoluta para el bloque de derechas, pero el proceso de negociaciones para formar el Gobierno y el nivel de exigencias de los de Abascal supongo que sería muy diferente. Tomemos este segundo supuesto, el de los diputados del PP en cuarto menguante y el número de diputados de Vox en cuarto creciente, y un ejemplo relativo a la cosa del agro: a tenor de lo sucedido hasta ahora (véase el caso de Castilla y León o lo anunciado para la Comunidad Valenciana), las huestes de Vox pedirían el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, suponiendo que este continue existiendo. Y eso haría que las quinielas que aparecen sobre los populares ministrables saltasen por los aires.
Después de lo anterior supongo que el lector tendrá la tentación de calificar el artículo como una ristra de perogrulladas. Y llevará razón, pero es que parece como si aquí muchos se hubiesen cobrado la pieza antes de salir a cazar. Dícese de perogrullada: «verdad o certeza, que, por notoriamente sabida, es necedad o simpleza el decirla». Llámeme el lector necio o simple si lo desea, pero mantengo lo escrito».
Hasta ahí el texto original del artículo, avisando sobre lo que podía suceder. Al final, hubo remontada de Sánchez y, tal y como pintan las cosas, está claro que se vendió la piel del oso antes de cazarlo. A ver qué pasa hoy con el voto del exterior.
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