Opinión

No podemos ya ni vernos

Las lagunas que veo a este plan de cada uno ermitaño en su casa es que somos una raza que necesita ser sociable o nos despeñamos

Lunes, 8 de julio 2024, 06:00

¿Soy yo o cada vez nos soportamos menos? La raza humana se ha cansado de la propia raza humana. Siempre hemos tenido nuestras rencillas y un par de guerras mundiales, pero han sido las típicas peleas entre hermanos que se olvidan, o al menos eso es lo que parece. No, lo que quiero decir es que hay un desapego brutal y cada vez somos más antisociales. Desde la pandemia hacía aquí muchos hemos limitado el tema social, no sé si como escudo defensivo ante nuevos virus o como continuidad a la paz y a la tranquilidad que ofrece estar solo.

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Las lagunas que veo a este plan de cada uno ermitaño en su casa es que somos una raza que necesita ser sociable y que de lo contrario nos despeñamos por el barranco.

Al drama de que cada vez hay menos tiendas en Salamanca, por el auge del comercio online, ahora hay que sumarle que también hay muchos menos bares. La provincia ha abandonado el «top ten» de bares por habitante a nivel nacional que ocupaba en el año 2010. Según el último informe del Instituto Nacional de Estadística (INE), el número de locales de comidas y bebidas disminuye a 1.943 mientras que en 2010 estábamos en 2.647.

Pues nada, que cada uno a su bola. Ni olernos. Vamos con un día normal en 2050,: como sigamos en esta línea. Uno se levanta y, evidentemente, desayuna en casa con el café específico que le han traído por mensajería a la puerta o a un armario de la gasolinera más cercana a su domicilio. Mientras que se lo toma, piensa en aquellos años locos en los que bajaba al bar de su calle a tomarse un cortado y allí hablaba con algunos habituales que también desayunaban por esos lares. Después, comienza la jornada laboral, que por supuesto es con teletrabajo. Al acabar de currar, nada de ir a hacer la compra, que ya se ha pedido y recogido en casa. En 2050 lo del término ausente en casa desaparecerá, ya que siempre estaremos en nuestra cueva. Los periodistas haremos reportajes de alguien que salió por la mañana y al anochecer seguía en la calle como una hazaña.

Por la tarde, un poco de ejercicio. Entrenador personal online, en la televisión gigante del salón, una sudadita y a la ducha. Las horas de relax no serán ir a tomar algo o al cine, sino serie o película mientras que uno se pone cómodo en el sofá al grito de 'yo no salgo de casa ni aunque me paguen'. Sí, alguno está pensando que ese día a día con hijos es imposible. Pues no. A esa rutina diaria, le suman colegio con profesor por tableta online y después cuando acaben, a jugar a juegos raros también en una pantalla. Alérgicos al parque, a los charcos, a rozarse las rodillas, a pedir vasos de agua en las barras de los bares…

Y lo de ligar… Pues si en 2024 la sociedad ya ha tirado la toalla con eso de flirtear en los bares y se aferra al Tinder, imagínense en 2050. O enamoras a la repartidora o repartidor de Amazon cuando le recibas en pijama apoyado en modo sexy en el umbral de la puerta o tu media naranja es el de la comida a domicilio. No verás a más seres de tu especie en días o en semanas.

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Va a ser una locura. Llegaremos a una comisaría a denunciar la desaparición de un ser querido y nos dirán que no pueden hacer nada hasta que lleve dos meses sin actualizar su Instagram, que de lo contrario es una práctica habitual desconectar de todo el mundo.

Verás como al final con tanta videollamada y tanta historia se nos olvida vivir y desaparecemos como especie. Solo sabremos si el mundo se ha ido a la mierda cuando no haya actualizaciones en Instagram. La pandemia nos iba hacer mejores... pero lo que ha hecho es potenciar nuestra tontuna.

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