Un animal salvaje herido y cuando se siente acorralado se convierte en más peligroso todavía. Sus instintos de supervivencia mas primarios afloran y es capaz de cualquier cosa para mantenerse con vida o proteger a sus crías. En el ecosistema del poder y de La Moncloa esta norma de la naturaleza también impera. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se siente amenazado por la oposición y por los escándalos de corrupción que van pululando a su alrededor como moscas buscando que se han dejado algo fuera del frigorífico.
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Pedro Sánchez está atrincherado y ahora es más peligroso que nunca. Si hay algo que mete miedo, además de un animal arrinconado, es alguien que perciba que no tenga nada que perder. En ese escenario, el ser humano es capaz de cualquier cosa. El líder socialista vive constantemente en el alambre. Su código postal es el precipicio y donde otros se ven encajonados, el siempre tiene un truco para salir ileso. Cuando pactas con el diablo, los problemas terrenales te hacen gracia y los ves desde un prisma de superioridad. No obstante, esas refriegas de las que siempre sale intacto van teniendo un desgaste acumulativo. Cada vez le quedan menos balas.
Ahora, con todo el escándalo de su mujer, le molestan los que juzgan, los jueces, y los que lo cuentan, los periodistas. Quiere controlar estos dos gremios y ponerlos a su servicio. Yo como periodista no me lo tomo a mal. Si a su esposa le hubieran vendido un vestido mal hecho, pues se hubiera sacado una ley contra los modistos. Nos ha tocado y punto. No hay que darle más vueltas y además habla muy bien de nosotros. Si un personaje de tal calado como Pedro Sánchez destacara mi trabajo públicamente y no lo criticara me preocuparía mucho.
Será muy criticado por todos, y por el que firma este artículo el primero, pero la realidad es que es un escapista de primera. Tiene un talento natural para hacer del fascismo su mejor arma arrojadiza. Hay que ser artista para ser el líder socialista y mantenerse en el poder gracias a un escudo 'franquista'. Que hay marejada, sacamos a Franco a la palestra con algún numerito de memoria histórica. Que alguien me lleva la contraria, pues le llamamos facha y listo. Que se acercan las elecciones, pues saco a propósito a un personaje como Alvise y ya tengo a la derecha dividida en tres llamando a sus oponentes el trío fascista (Feijoó, Abascal y Alvise).
Su táctica de 'yo o el caos fascista' le está saliendo bien. El caso es que hay un 50% de españoles que son fachas, según Pedro Sánchez, y en realidad los que vamos con chaleco y náuticos somos cuatro gatos. Evidentemente, si el señor presidente del Gobierno lee este artículo me mete de cabeza en esa mitad de españoles fascistas que va contra su progresismo de guapos ideológicos. Y como me escuche cantando Siempre Así o José Manuel Soto, todavía duermo en el talego por conspirador contra el régimen sanchista.
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Pese a todo esto que les cuento y que les narramos los medios, el señor Pedro Sánchez se ha quedado a solo dos escaños del PP en las últimas elecciones europeas. Aquí algo falla. Nos estamos perdiendo algo en esta película. ¿Cómo no puede tener un desgaste mayor Sánchez en las urnas? ¿Funciona su táctica de dividir a la derecha fascista?¿La estrategia del PP es la adecuada?
Lo que está claro es que en un país lleno de fascistas y de enemigos del Gobierno el tipo que lidera el estado es el más progresista del planeta. ¿Alguien lo entiende?
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