Hablan los hombres y mujeres del campo: "El ganado no entiende de virus"

A Maribel Díaz poco o muy poco le ha cambiado la vida con la llegada del coronavirus porque, como asegura, "los animales comen todos los días y no entienden de virus ni de fines de semana". Esta ganadera de Gallegos de Solmirón sigue cuidando de sus terneros como siempre, aunque ahora con el gran inconveniente de los precios. "El vacuno de carne está hundido porque los restaurantes están cerrados y porque la gente tiene ahora un menor poder adquisitivo y en lugar de comer ternera se van al pollo que es más económico", explica.

"Estamos cebando terneros más baratos que nunca entre el pienso que gastas en ellos y el dinero que dejas de ganar por lo que han bajado los precios en estas últimas semanas", lamenta y explica que esta situación ha provocado que los ganaderos de toda España estén sacando sus animales a la venta "malamente". "Es la preocupación que tenemos todos en este momento, y menos mal que ha venido una buena primavera y que por lo menos hay hierba", asegura.

Con las administraciones españolas y Bruselas prometiendo ayudas para el campo, especialmente para sectores tan tocados por esta crisis como el cárnico, Maribel sigue pensando que lo mejor sería analizar cada uno de ellos en profundidad para conocer sus necesidades, aunque a ella, como autónoma que es, ya le tocó pagar la tasa de marzo. "Eso no se les olvida a los políticos", bromea.

Maribel también encuentra cosas poco lógicas entre las medidas del estado de alarma, al menos en el caso de los ganaderos, como el hecho de no poder ir dos personas en el coche. "Mi marido y yo trabajamos juntos en el cebadero y la ley nos obliga a ir en dos coches a pesar de que estemos todo el día conviviendo en casa. Son cosas que no tienen sentido", protesta.

Castor Fernández, apicultor de Valero, se siente estos días un privilegiado por poder trabajar al aire libre y no tener que estar confinado entre cuatro paredes como tanta gente en todo el mundo. Tiene la suerte de poder salir al campo para cuidar de sus abejas, en plena temporada de recolección de polen estos días, por lo que su rutina apenas ha variado a pesar del estado de alarma. "Podemos desplazarnos sin problemas, aunque tenemos que llevar con nosotros el libro de explotación y la documentación necesaria para poder acreditar que somos apicultores. Están siendo benevolentes con nosotros y nos dejan trabajar", explica.

Son tiempos difíciles en el campo y precisamente la irrupción del coronavirus coincidió con las protestas de miles de agricultores y ganaderos por todo el país. De hecho, la llegada de la enfermedad se produjo cuando cientos de apicultores de la provincia tenían previsto participar en Madrid en una gran manifestación. "Al final fuimos más prudentes que el Gobierno y decidimos suspenderlo, y eso que un par de días antes se había celebrado la manifestación de la mujer. Acertamos totalmente porque la mayoría de nosotros somos de pueblos pequeños y si nos hubiéramos contagiado podía haber sido muy grave", reconoce.

Castor cuenta que en este momento "lo primero es la salud" y que el trabajo irá saliendo, aunque asegura que la suerte que están teniendo es que el virus les ha pillado en una época tranquila donde las abejas están haciendo enjambres. "Dentro de un mes comenzaremos a mover las colmenas y habrá mucha más actividad en el campo, aunque todos contamos con permisos para poder movernos".

La parte positiva en toda esta situación es que, al menos, la primavera está siendo buena para el campo. "Está muy bonito, con muchas flores, aunque también estamos esperando a que deje de llover un poco porque las abejas no están pudiendo salir apenas de las colmenas. Como siempre nunca llueve a gusto de todos", afirma, mientras confía en poder seguir trabajando y en que los apicultores tengan este año la satisfacción de tener una buena campaña de miel.

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