Así surgió el ensanche de Labradores y Salesas

Salesas y Labradores son los barrios unidos por la avenida de Portugal. Coincidiendo con el ensanche de la ciudad a principios del siglo XX surgió Labradores y a mediados de siglo, una vez la ciudad se libera del paso de la vía del tren hacia Portugal, se produce la expansión hacia Salesas y Garrido, zonas que experimentan su mayor crecimiento entre los años 50 y 90.

Los vecinos de Salesas aún recuerdan cómo pasada la confluencia entre Doña Urraca y Federico Anaya, no había más que campo, solares y más allá, encima de la montaña, el solitario depósito de la Chinchibarra. En los años 70 y 80, los jóvenes y parejas de la época disfrutaban de las sesiones de cine en la única sala del Taramona, ubicado frente a la iglesia de María Auxiliadora, en la esquina con la avenida Portugal.

Otro de los edificios emblemáticos de Salesas fue el cuartel de Caballería Julián Sánchez “El Charro”, antes de Infantería. Este recinto militar se terminó de construir en 1926 y tras ser el hogar de emblemáticas unidades militares como la Brigada Jarama, en 2007 fue derruido para la construcción de El Corte Inglés que supuso un revulsivo para Salesas, revalorizando pisos y situando al barrio en el centro comercial de la ciudad.

Otra de las construcciones más veteranas de Labradores es el Mercado de San Juan, inaugurado en 1945 para satisfacer las necesidades de la zona norte de la ciudad. El edificio ofrecía a los salmantinos desde aves, caza, o huevos en el sótano, hasta los puestos de verdura, carnicería, y pescadería en el resto de plantas. En total 103 puestos cerrados e independientes en el interior, ocho tiendas exteriores, 86 bancas para verduras y vendedores ambulantes, y un bar.

Muy cerca, en la avenida de Portugal, se erige otro edificio mítico que suma más de medio siglo de existencia. Es el bloque de viviendas más alto de la provincia de Salamanca, el rascacielos de la capital con 45 metros de altura, tercer edificio más alto por detrás de la Torre de las Campanas (110 metros) y la torre de La Clerecía (61 metros). Este edificio de 14 plantas y 64 viviendas se construyó en 1945 y fue diseñado por el arquitecto Francisco Gil González, natural de La Mata de la Armuña, que proyectó y construyó la mayoría de los grandes edificios de Salamanca. Desde su último piso se goza de unas privilegiadas vistas de toda la ciudad y es una de las mejores atalayas de Salamanca.

Este bloque de viviendas fue el último en construirse en la avenida de Portugal cuando por ahí pasaba el antiguo trazado del ferrocarril. La vía del tren hacia Portugal discurrió hasta 1954 por esta avenida, junto a la tapia del colegio Salesianos María Auxiliadora y con varios pasos a nivel. Aunque ya en 1934 hubo interés por los alcaldes de Salamanca y Tejares (éste fue pueblo hasta 1965 ) por desviar el tráfico ferroviario a Portugal por Tejares, la Guerra Civil retrasó los planes. Años después y tras reformar el proyecto por varios errores en los estudios y presupuestos, fue Fernando Población, arquitecto municipal, el que dio el empuje definitivo para desviar la vía por Tejares, según explica el historiador y jefe de distrito y vías de Adif Javier Molina. El 8 de agosto de 1954 se oficializó la famosa “variante de Tejares” ya con su nueva estación. A partir de ese momento empieza la historia de la avenida de Portugal, pero también del barrio Vidal, avenida Italia y Pizarrales. Liberar a Salamanca de ese ferrocarril que dividía en dos la ciudad fue un logro y posibilitó la expansión de la ciudad. Al desalojar los terrenos ocupados por el ferrocarril, algunos edificios quedaron literalmente “colgados”, debido al rebaje de los terraplenes del trazado ferroviario. Además, cuando se levantó la vía, llegaron las primeras peticiones de obras: para construir el edificio que luego sería el “Cine Taramona” o la capilla de los Salesianos. Además de Juan Taramona, otros ciudadanos como el constructor Eroteides Cascajo o Manuel Rivas enviaron peticiones para edificar en aquellos terrenos.

En la actualidad, el barrio de Salesas, más allá de su impulso comercial y estético, con la construcción del moderno centro municipal “El Charro” o la plaza de la Concordia, también es uno de los lugares más relevantes de la capital para el tapeo. La calle Van Dyck y aledañas acumulan un elevado número de bares de tapas y restaurantes y desde hace más de dos décadas congrega a vecinos y grupos de jóvenes y universitarios dispuestos a hacer varias rondas de vinos o cañas con un buen pincho. Los veteranos de la zona recuerdan de siempre los bares donde se echaba la partida por las tardes y donde se tomaba el vermú los domingos después de bajar a dar un paseo hasta la Plaza Mayor.

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