Esther González y Emilio Hernández en su casa rural de Ciudad Rodrigo.

Hablan los dueños de casas rurales en Salamanca: “La gente se trae la comida y la bebida y no sale de la casa”

Los propietarios de estos establecimientos manifiestan su satisfacción por la mañana de verano

Martes, 25 de agosto 2020, 12:49

Emilio Hernández es de esos pocos privilegiados que a día de hoy dispone de una casa rural con piscina en la comarca de Ciudad Rodrigo, un detalle que le ha servido para presumir de tener ocupado el establecimiento todos los días de los meses de julio y agosto. “También la primera quincena de septiembre”, confirma Hernández, consciente de que el hecho de disponer de una casa rural con piscina ha sido fundamental. “Ha sido bestial; no me lo esperaba, pero lo cierto es que estamos aburridos de tanta llamada para hacer una reserva; nos hemos visto totalmente desbordados”, subraya este propietario de casa rural en la comarca de Ciudad Rodrigo.

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Y es que el miedo a la pandemia no solo ha disparado el interés por este tipo de establecimientos rurales, sino que también ha cambiado los hábitos de los propios inquilinos. “La gente se trae la comida y la bebida y no sale de la casa; y si lo hacen, es para reponer”, afirma Emilio Hernández, consciente de que la situación que vive él también puede hacerse extensible al resto de establecimientos de la comarca. “Este año es algo generalizado; esperemos que no sean esporádico”, concluye.

“Nunca habíamos tenido tanta afluencia de solicitudes”

Elena y Pedro García junto a su casa rural en la localidad de Candelario.

Aunque ya de por sí Candelario es todo un atractivo turístico para los amantes del patrimonio arquitectónico y de la naturaleza, en un año tan especial e incierto debido a la pandemia del coronavirus lo está siendo mucho más. La demanda de casas rurales no parece tener fin. Tanto en julio como en agosto han conseguido colgar el cartel de completo. Así lo confirma Elena García, propietaria de una casa rural en la sorprendente villa serrana, consciente de que “nunca” habían tenido tanta afluencia de solicitudes. “Ya comenzó en el mes de julio y después ha sido exponencial”, confirma.

Y es que no hay día en el que no les toque descolgar el teléfono en varias ocasiones para decir siempre lo mismo: “Lo siento, pero lo tenemos todo ocupado en agosto”. Ya sea con clientes fijos, ya que han conseguido fidelizar a no pocos de sus habituales, o esporádicos, lo cierto es que Elena y su marido Pedro han conseguido hacer de su casa un auténtico hogar. “Tenemos muchos padres e hijos que vienen porque se sienten como en casa”, apostilla la propietaria del establecimiento, para quien el hecho de tener disponible la piscina municipal de Candelario también ha ayudado bastante.

“A pesar de las anulaciones, está siendo un verano muy bueno”

Fátima del Arco junto a sus cabañas rurales de Bañobárez, en el Abadengo.

Aunque el suyo es un negocio orientado más al descanso y relax que al jolgorio grupal —ofrece pequeñas cabañas para grupos muy reducidos—, lo cierto es que Fátima del Arco, propietaria de varias estancias rurales en Bañobárez, en plena zona del Abadengo, no ha tenido ningún problema para cubrir el calendario de reservas, “a pesar de las anulaciones de última hora”, confiesa Del Arco, consciente de que el resultado ha logrado superar las mejores expectativas previstas antes de la pandemia.

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Convertido en refugio de familias, parejas o de personas que viajan solas, la oferta de esta empresaria de Bañobárez ha conseguido este año cumplir las expectativas de un mayor número de usuarios, ya que la actual situación ha llevado a que las estancias fueran más cortas, “con una media de tres o cuatro días, cuando en años anteriores la estancia era de ocho a diez días”, subraya.

Con septiembre a medio gas en lo que a reservas se refiere, Fátima del Arco confía en que esta “situación puntual” provocada por el coronavirus no lo sea tanto y que en el futuro siga creciendo el número de ciudadanos que apuesten por la naturaleza y el patrimonio como lugar de destino para sus vacaciones.

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“Ha habido una especie de reclamo y lo rural está de moda”

Juan Miguel Martín en una ruta ecuestre por la Sierra de Francia.

No solo las casas rurales están haciendo el agosto este verano. Los hoteles rurales también han mostrado esta misma tendencia y, en algunos casos, han llegado a tener una ocupación del cien por ciento. Así lo refrenda Juan Miguel Martín, presidente de la Asociación Sierras de Salamanca, guía turístico y organizador de actividades de ocio en un establecimiento hotelero de La Alberca, para quien la pandemia no ha acabado con las ganas de los ciudadanos de disfrutar de sus vacaciones. “Ha habido una especie de reclamo y lo rural se ha convertido en moda”, anota.

Y es que en palabras de este trabajador del sector hotelero, el turismo individual, de pareja o familiar “ha ganado enteros. En nuestro caso, se ha llegado a facturar en julio más que en el mismo mes del pasado año; y eso que no hemos dado bodas”, confiesa Juan Miguel Martín, para quien los usuarios que recurren a un establecimiento hotelero en una localidad como La Alberca no lo hacen solo por el patrimonio cultural, “que también, sino también por las actividades complementarias que se les oferta. Y es que cada vez buscan más naturaleza, senderismo, cicloturismo e incluso paseos en barco por el río. Y no hemos tenido que tocar los precios”, concluye.

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