El templo de Debod, instalado en el Parque del Oeste de Madrid, recibe al año cerca de 400.000 visitantes. C.M.

El papel de Salamanca en el templo de Debod de Madrid

Se cumple medio siglo del traslado desde el Nilo a la capital de España de los restos del templo de Debod, en cuya reconstrucción y restauración jugó un papel más que destacado la piedra de Villamayor

Martes, 22 de junio 2021, 12:29

Hablar de Salamanca y, más concretamente, de su valor artístico y espectacular monumentalidad requiere inevitablemente hacer referencia a la vecina localidad de Villamayor, de cuyas canteras sale desde hace siglos la piedra arenisca que viste, esculpe y da vida al entramado urbanístico de la Ciudad del Tormes. Su singularidad, su luminosidad y su facilidad en el manejo creativo han contribuido de manera decisiva a vestir a los principales edificios y monumentos de la ciudad. Su Plaza Mayor, sus Catedrales, su Universidad, su Casa de las Conchas, sus iglesias y conventos, sus palacios nobiliarios... no serían lo que son hoy sin su dorada piedra de Villamayor.

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Pero no solo Salamanca puede presumir de haber convertido la arenisca de Villamayor en todo un referente arquitectónico y un gran reclamo turístico. Otras ciudades del entorno, y más lejanas, han recurrido también a este elemento pétreo para lucir alguno de sus edificios más emblemáticos. Es el caso de Valladolid, con su Academia de Caballería; Zamora y su estación de tren; Palamós y su “viajero” Claustro románico; o el emblemático edificio Carrión, en plena Gran Vía madrileña. Y, más allá del charco, qué decir de la ciudad japonesa de Gifu, que en 1998 inauguró el auditorio “Salamanca Hall” con las réplicas en piedra de Villamayor de las fachadas de la Universidad y de la Catedral Nueva.

Y estos solo son un pequeño ejemplo de los más conocidos, pues el reguero que deja la piedra de Villamayor por toda España es extenso y profundo, aunque no siempre recibe el reconocimiento y el valor que merece. Este es el caso del templo de Debod, una singular construcción egipcia con más de 2.200 años de antigüedad que desembarcó en la capital de España en 1970 procedente de Egipto, por lo que se cumplen ahora cincuenta años de su reconstrucción e instalación en el solar del antiguo Cuartel de la Montaña, en uno de los extremos del madrileño Parque del Oeste. Y es que tanto su llegada como su posterior reconstrucción resultaron toda una peripecia. No solo por la antigüedad de sus componentes pétreos —en torno al año 200 antes de Cristo—, sino por la falta de elementos —perdidos en origen o durante el traslado— y la controvertida clasificación de los que llegaron.

El Templo de Debod está constituido por un total de 2.263 sillares, de los que 910, el 40%, son de piedra de Villamayor

Y ahí es donde cobra protagonismo Salamanca. ¡Y qué protagonismo! Arquitectos y arqueólogos españoles, responsables de esta reconstrucción, apuestan por la piedra arenisca de Villamayor, por ser muy parecida a la originaria de Gebel, para suplir aquellos sillares y bloques perdidos o sumamente deteriorados y, por tanto, inutilizables.

Aunque no es fácil encontrar el dato concreto sobre el número total de piezas con piedra de Villamayor colocadas en el monumento que actualmente preside el parque del Oeste, un estudio de campo realizado el pasado año por la arquitecta Laura Rodríguez Jiménez para su tesis de fin de grado en la Escuela Técnica y Superior de Arquitectura de Madrid recoge que, al menos, el 70% de los sillares de los alzados exteriores del templo son bloques extraídos de las canteras salmantinas. “No consta que se utilizara material de otra cantera, solo la arenisca de Villamayor, de Salamanca, cuya presencia es muy elevada”, subraya.

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Esta misma confirmación llega también desde el Museo de Historia de Madrid. Sus archivos guardan toda la documentación del proceso de montaje y restauración del templo, entre la que se encuentra el papel que jugó Salamanca. En este sentido, el arqueólogo Alfonso Martín Flores, reconoce a LA GACETA que los datos aportados por Laura Rodríguez son correctos y que en torno al 70% de los sillares exteriores actuales son de arenisca extraída en las canteras de Villamayor, “especialmente de los alzados este y oeste, pues los exteriores norte y sur conservan más bloques originales”, subraya Martín Flores.

Los sillares extraídos de las canteras de Villamayor ocupan actualmente el 70% de las fachadas exteriores del templo

Entonces, ¿cuántos sillares de piedra de Villamayor forman parte del templo de Debod? El dato también figura en los archivos del Museo de Historia de Madrid. Y resulta sorprendente. Según el arqueólogo Alfonso Martín Flores la suma alcanza los 910 bloques. Dicho así, no dice nada. Pero si concretamos que el número total de sillares que integran el templo son 2.263 —de Egipto llegaron en 1970 un total de 1.724 bloques, pero aptos para su instalación fueron 1.353, ya que el restó llegó tan dañado y deteriorado que fue imposible su instalación— y que de las canteras de Villamayor salieron 910 sillares, la concusión es sencilla: el 40% del Templo de Debod está reconstruido con piedra de Salamanca, lo que viene a refrendar el gran protagonismo que Salamanca, a través de la piedra arenisca de Villamayor, jugó hace cincuenta años en la reconstrucción y restauración de este emblemático monumento egipcio datado hace 2.200 años.

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La piedra procedente de Villamayor fue instalada, casi en su totalidad, en el exterior del templo —“el interior es prácticamente original”, subraya este arqueólogo—, para sustituir a los sillares de piedra de Gebel (en Nubia) que se perdieron o que llegaron muy deteriorados, entre los que destacan cuatro capitales reproducidos de los originales y un gran dintel instalado en la fachada este, “que es la pieza más grande de arenisca de Villamayor de cuantas se han instalado”, subraya Alfonso Martín Flores, quien no descarta que de nuevo se vuelva a recurrir a las canteras de Villamayor si el estudio que está ahora en marcha recomienda la sustitución de algunas de las piezas más dañadas en estos cincuenta años.

Luis Lafuente Batanero (director general de Patrimonio del Ayuntamiento de Madrid): “El templo no volverá a Egipto; se queda donde está”

–¿Cuál es el estado de conservación del templo de Debod?

–Como todo monumento que está al aire libre, y después de cincuenta años, siempre hay algún deterioro, pero de ninguna manera está tan mal como algunos han querido ver. Pero queremos ir más allá y por eso se ha puesto en marcha un estudio riguroso y exhaustivo sobre el estado general de conservación del templo. Se medirán parámetros como humedad, salinidad, temperatura, intensidad de luz, incidente del público... Y eso se hará hasta 2022. Después se analizarán los datos y en función del resultado se tomará una decisión.

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–Y ¿cuál es la solución que se está barajando?

–Serán los expertos los que decidan, aunque se está hablando de dejar el templo como está, mejorando todo lo posible su conservación, o bien cubrirlo para preservarlo de las inclemencias atmosféricas de Madrid. Había una tercera vía que era llevarlo a un museo, pero dada su magnitud resultaría complicado, salvo que se construya uno nuevo, algo que ha quedado prácticamente descartado.

–Algunos expertos califican de preocupante la situación actual. ¿Existe esa alarma?

–No. La degradación de la piedra es como cualquier monumento de la ciudad que está al aire libre. No estamos preocupados, aunque sabemos que hay que tomar una decisión, que en su día no se hizo.

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–¿Por qué no se tomó en su día?

–Porque no había dinero. Es cierto que el compromiso con la Unesco era ponerlo bajo techo, pero no había recursos y se les dijo que no se descartaba hacerlo cuando los hubiera. El tiempo ha pasado y no se ha hecho, y ahora no será fácil cubrirlo, ya que crear una caja urna o bien un museo provocaría, desde el punto de vista estético, del paisaje urbano, un gran impacto, aunque también solucionaría otros males. Necesitamos datos para tomar una decisión.

Reconstrucción del templo de Debod en Madrid. | ABC

–El exministro de Antigüedades de Egipto amenazó hace un año con la vuelta del monumento a su país. ¿Podría ocurrir?

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–No. Para nada. El templo se queda donde está. Fue un regalo del gobierno egipcio al gobierno español para instalarlo en Madrid y, por tanto, tiene que estar aquí. Es nuestro y vamos a poner todo de nuestra mano para conservarlo lo mejor posible, que es lo que estamos haciendo.

–¿Qué está haciendo el Ayuntamiento para cuidar su estado?

–El pasado año se hizo un drenaje perimetral de todo el templo para evitar humedades y se selló la cubierta. Ambas actuaciones han funcionado muy bien, pues pasó la borrasca Filomena y no afectó al monumento. Ahora estamos pendientes de un programa de iluminación interior y de un nuevo y moderno plan museológico. Y no se descarta crear un centro de recepción de visitantes.

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–¿Cómo definiría el papel que jugó Salamanca en esta reconstrucción?

–Destacado. Una gran parte de los sillares actuales son de piedra de Villamayor. Y si hubiera que cambiar alguno por su deterioro, volveríamos a contar con las canteras de Villamayor para hacerlo.

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