Nos quieren muertos y van a matarnos (políticamente hablando)”. Con estas palabras me describían la situación que han vivido desde el pasado mes de octubre ... en el equipo de Isabel Díaz Ayuso. Por eso era la crónica de una guerra anunciada. Y, pasada la “tregua”, por las elecciones en Castilla y León, ha estallado en toda su crudeza. En estos últimos meses, prácticamente después del triunfo incontestable en Madrid, desde el entorno de la presidenta venían advirtiendo de una campaña contra ella, entendida en sentido amplio. Una vez que se reanudó el curso político, las informaciones que me llegaban desde la Puerta del Sol (sede de la Comunidad de Madrid) refiriéndose a la calle Génova (sede nacional del PP) repetían lo mismo: “Van a por nosotros”. Yo pensé que había un poco de exageración, pero visto lo sucedido en las últimas horas se van a quedar cortos.
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El mismo día de la victoria de la lideresa madrileña ya hubo sus más y sus menos a la hora de salir en la foto del balcón de la calle Génova. Desde ese momento todo ha ido empeorando.Y así hasta llegar al pasado miércoles, cuando el secretario general del PP señaló en una comida con un grupo de periodistas de la capital que la intervención de Díaz Ayuso en la recta final de la campaña para las elecciones de Castilla y León había hecho perder a los populares más del 1 por ciento de los votos. Se refería García Egea a las manifestaciones en las que afirmó que ella prefería pactar con el partido en el que militaba Ortega Lara que a hacerlo con partidos del entorno etarra. Por medio ha habido toneladas de guerra sucia, como estamos comprobando. Y, mucho me temo que esto no ha hecho más que comenzar.
Mientras tanto, me imagino a Pedro Sánchez en La Moncloa dando saltos de alegría con el espectáculo de las filas populares y a los de Vox a la expectativa y a la espera de ver cómo termina la cosa y comprobar la tajada que pueden sacar. Por otro lado, y esto es lo más triste de todo, ahí siguen los problemas de los ciudadanos. Es muy difícil aventurar un pronóstico sobre cómo va a terminar esta guerra. Pero lo que sí tengo claro es que en una guerra hay bajas por todas las partes, incluso en el bando de los vencedores. Intentar a estas alturas que alcancen un pacto los de la Puerta del Sol y los de la calle Génova se me antoja tarea imposible. En estas condiciones, ¿qué futuro tienen Casado y García Egea? Me parece que un tanto sombrío Y, ¿qué pasará con Isabel Díaz Ayuso? Tampoco lo tiene fácil, a pesar de su victoria contundente en Madrid. Tradicionalmente, desde la llegada de la democracia, el votante de derecha y de centro tolera mucho menos la división y las guerras internas que el de izquierdas. La guerra popular pasará factura a todos los contendientes.
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