Viaje gratis a cambio de votos

Se trata de una nueva rectificación del Ejecutivo, que en esto del ahorro energético y el combate contra la inflación sigue dando tumbos como pollo sin cabeza. El Ministerio de Transportes había aprobado hace solo unos días la bonificación del cincuenta por ciento del precio del Alvia y ahora, sin mayor motivo, sube el descuento al cien por cien. Parece que el primer “regalo” no tuvo los efectos pretendidos en las encuestas y el presidente del Gobierno ha decidido doblar la apuesta, para ver si así recupera algo de la creciente distancia que le separa de Alberto Núñez Feijóo.

Pedro Sánchez dispara con pólvora del rey. Esos descuentos ‘cazavotos’ los vamos a pagar entre todos en los próximos años, pero eso al inquilino de la Moncloa le importa un bledo. De momento se trata de echar toda la carne (miles de millones del presupuesto del Estado) en el asador preelectoral, y el que venga detrás, que arree.

Dentro de este festival de la improvisación, ayer se anunciaba la rebaja de los autobuses-burra que van de Salamanca a Madrid o Vigo parando en todos los pueblos y que tardan una eternidad. Casi podemos asegurar, porque les conocemos, que la ‘ganga’ no parará ahí, y que en próximas ediciones del Consejo de Ministros, en su versión Reyes Magos, se aprobará la gratuidad de esos viajes e incluso de los autocares directos que ahora sufren la competencia desleal del tren y de sus ‘colegas’ superlentos.

Todo el dinero que se dilapide a la caza del voto será poco de aquí a finales de 2023. Este Gobierno sanchista-comunista no adoptará medidas eficaces para rebajar los precios de la luz y el gas, pero a la hora de subvencionar y bonificar no habrá quien le gane.

En lugar de utilizar el dinero de todos los españoles para comprar votos, Sánchez debería dedicarse a trabajar para reducir los precios de la energía. Para conseguir ese objetivo hubiera bastado con no meter la pata hasta el corvejón en las relaciones con Argelia. Su condescendencia con los comunistas de Podemos al traer de incógnito a España al líder del Frente Polisario le obligó a bajarse los pantalones ante el rey de Marruecos reconociendo su soberanía sobre el Sáhara y a cabrear de paso a los argelinos, que son los que nos suministran el gas. Para conseguir energía más barata tendría que olvidarse de los prejuicios ecologetas y volver a apostar por la energía nuclear, suspendiendo el plan de desmantelamiento y promoviendo centrales de nueva generación, como están haciendo en medio mundo, y recuperando los proyectos de la fracturación hidráulica para obtener gas y petróleo. Podría poner en marcha un plan hidrológico que permita recrecer embalses como el de Santa Teresa, atendiendo las reivindicaciones de los regantes salmantinos, y construir nuevas presas que además evitarían los actuales problemas de sequía. Podría potenciar el transporte por ferrocarril y facilitar el uso de calderas de leña, que además ayudarían a evitar fuegos tan terribles como los sufridos este verano. Para ahorrar energía, por último, debería dar ejemplo y abandonar, aunque fuera solo por unos meses, el uso abusivo del Falcon y el Súper Puma.

De momento, Sánchez no se baja del avión porque está ahí para eso, para disfrutar de las prebendas del poder, pero no cabe descartar que, en un súbito ataque de solidaridad y espíritu ecologista, realice sus últimos traslados de Moncloa a Torrejón subido a lomos de un rocín. Si sus asesores le aseguran que así tiene más posibilidades de mantener las canonjías y bicocas de la presidencia, es capaz incluso de subirse al tren burra (MD) para venir a hacer campaña a Salamanca. ¿Lo verán nuestros ojos?