¿Vaciada?

El término “vaciada” que se aplica a la parte de España con menor densidad poblacional es auténticamente desgraciado, pues contiene ecos ginecológicos de una vulgaridad ... extrema. Además, oculta las diferencias –que son muchas- entre regiones. También hace olvidar hechos tales como las grandes obras hidráulicas, que acabaron en su día con muchos pueblos, que fueron inundados sin contrapartida alguna.

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Mas el problema existe y es grave: más del 40% del territorio español tiene densidades de población muy bajas y representa a más del 60% de los municipios que sólo acogen al 3% de la población total. Pero eso no avala el establecer una dicotomía entre una España urbana culpable y otra rural y víctima. Probablemente no hay una imagen más elocuente y demoledora que un mapa en el cual se representen las densidades demográficas municipales. Pero por detrás de esas densidades no se debe olvidar otro disparate: en España existen 8.000 municipios y muchos de ellos son de un tamaño inviable. Todo el mundo está de acuerdo en remediar tamaño disparate, pero nadie hará esa reforma ya que los de Villarriba nunca querrán fusionarse con los de Villabajo.

La catedrática de Geografía Josefina Gómez Mendoza ha escrito lo siguiente a propósito de este asunto: “El proceso migratorio se desencadenó en nuestro país con un retraso de casi 50 años con respecto a los países más industrializados de nuestro entorno. La emigración en masa no empezó hasta los años cincuenta del siglo pasado, pero, eso sí, una vez desencadenada, la emigración resultó ser más intensa, más larga y más irreversible que en otros países. Y empezó, como siempre, por las mujeres jóvenes, y por tanto contribuyó de inmediato a la infra natalidad”.

Desde luego, nunca existió una España “llena y feliz”, como parecen mostrar algunos movimientos ideológicos que están detrás de la “España vaciada”. La misma Gómez Mendoza cita como posible solución un micro urbanismo en el que la regulación limitativa de los coches permita que todos los recorridos diarios sean a pie, pero para ello es necesario dotar de servicios esenciales cercanos y accesibles y así lograr un medio rural que sea un lugar apetecido donde vivir. Es difícil imaginar una producción industrial tradicional en las zonas rurales, pero hoy esa posibilidad se acrecienta con producciones intangibles ligadas a las nuevas tecnologías. Este es un reto que será preciso abordar, aunque con resultados muy dudosos.

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