Una de ránkines

La Universidad de Salamanca ha bajado un peldaño en el ranking de Shanghai y ya parece que se hunde el suelo bajo nuestros pies, ... porque la joya de la corona, la institución que sirve de emblema de Salamanca ante el mundo, no avanza sino que retrocede. De estar entre las quinientas mejores universidades del mundo hemos pasado en el último informe a situarnos entre las seiscientas más valoradas en la afamada clasificación china, que analiza más de mil centros.

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Tampoco es para tanto. Hay muchas clasificaciones de universidades que manejan muy distintos criterios, y en unas Salamanca está más arriba que en otras, pero casi siempre es la primera de Castilla y León y siempre está entre las veinte mejores de España.

El de Shanghai, por cierto, es un índice para ricos. Prima a esas universidades norteamericanas que tienen dinero de sobra para contratar a todos los premios Nobel y medallas Field que andan por ahí sueltos, y a la participación de esos genios los chinos le dan un peso definitivo, junto a los artículos publicados en Nature y Science. Así el ranking le concede el número uno mundial a Harvard (Massachusetts), cuyo presupuesto anual asciende a nada menos que 39.000 millones de dólares, ciento cincuenta veces más que los 250 millones de euros con los que cuenta el Estudio salmantino y cuatro veces más de lo que disponen entre todas las universidades españolas, que apenas llegan a los 10.000 millones de euros anuales.

Demasiado bien estamos para lo que tenemos. En todo caso, lo único preocupante de la lista china es que detecta una caída importante de las citas de investigadores salmantinos en otros trabajos académicos, que han bajado a la mitad en el último año. Ahí tienen corte el rector Ricardo Rivero y el vicerrector de Investigación José Miguel Mateos.

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Bajar un peldaño no es grave, pero siempre es mejor estar más arriba. Para eso se hacen las clasificaciones, para dar prestigio a unos y quitárselo a otros.

Salamanca goza de renombre y suele estar bien situada en estas clasificaciones que se han puesto tan de moda. La Plaza Mayor, por ejemplo, suele aparecer en todas listas de las ágoras más bellas del planeta. Si ponemos “Plazas más hermosas del mundo” en el buscador de Google (no lo elijo porque comprenda o esté de acuerdo con sus algoritmos, sino porque es de lejos el más utilizado), aparece en primer lugar un artículo de “Skyscanner” con veinte monumentos, encabezados por la plaza de San Marcos en Venecia, donde la de Salamanca ocupa el puesto número siete, entre la plaza Roja de Moscú y la de Mayo en Buenos Aires. No está nada mal.

Si buscamos “Mejor jamón del mundo” la primera referencia en Google nos lleva a la página de “Jamón Selección” y en su ránking las marcas chacineras de Guijuelo colocan dos hermosos ejemplares entre los seis primeros, que no es moco de pavo.

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Cuando rastreamos las “Ciudades más bonitas de España” entramos en una página llamada “viajandoporelmundomundial” que le otorga a Salamanca el séptimo puesto, por detrás de Sevilla, Barcelona, Córdoba, San Sebastián, Granada y Valencia. Se puede estar de acuerdo o no, pero tampoco es un mal puesto.

Si indagamos en el buscador preguntando por las “Ciudades más seguras de España”, en una página denominada “Homego”, hallamos a nuestra capital en un muy destacado quinto puesto, con Albacete, San Cristóbal de la Laguna, Palencia y Orense como únicos enclaves todavía menos conflictivos. Eso sí, cuando buscamos las “Ciudades más inseguras de España”, la página “Los Replicantes” nos aporta un informe del Ministerio del Interior según el cual Barcelona, Torrevieja, Marbella y Palma son las más peligrosas. Cuatro ciudades con mar, playa y mucha vida. Es decir, la tranquilidad de la España vaciada frente al trajín de la España más próspera. Lo uno va con lo otro.

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