Un prodigio

Recordando a Nacho Infante

Publicidad

Escuchar un pasaje de la melancólica banda sonora que John Wiliams compuso por encargo de Spielberg para “La lista de Schlinder”, ... siempre turba, por el lacerante recuerdo del holocausto; emociona cuando la interpreta un virtuoso, que extrae de sus cuerdas “los sollozos más hondos del violín”, por servirme del conocido verso de Verlaine; y decididamente mueve al llanto cuando el intérprete se llama Jaime Infante Cano, tiene solamente 14 años, y es nieto de uno de tus mejores amigos, entre los varios que ya has perdido por el camino. Me vino a la memoria lo que ambos sabíamos que era despedida y el regreso, a solas con mi pena, en el tren de Madrid. Por fortuna viajaba también hacia Salamanca una buena amiga —nuevamente parlamentaria—, que alivió delicadamente mi desconsuelo.

Lo cierto es que la nostalgia me invadió viendo en televisión la final de “Prodigios”, y escuchando la triste melodía evocadora de los judíos en sus campos de concentración. Es un concurso en el que, tras una dura y dolorosa selección por el Jurado, compiten tres niños prodigio —es decir, portentos—, en este caso un bailarín de ballet, un cantante y nuestro violinista. El desacierto de las bases estriba en mezclar tres disciplinas tan diferentes como lo puedan ser el golf, el fútbol y la vela. Pero ¡qué de talentos atesora España!, y cómo complace ver sus inicios intuyendo horizontes ilimitados. Salamanca aporta a veces alguno que nos hace recordar al legendario Juan Picornell, que con tres años y medio superó un interrogatorio complejo ¡en la Universidad!

Jaime debió ganar, pero el público optó por un bailarín que según Nacho Duato tiene un porvenir prometedor. Como sin duda lo tiene el pequeño violinista, que tiene raíces charras y posee ya un increíble dominio de su instrumento. Tiene un antecedente familiar, una hermana de su abuela materna, excelente pianista, que falleció el mismo día que la gran María Joao Pires actuaba por cuenta de la añorada Caja Duero en el Teatro Real, y dedicó públicamente el concierto a su memoria. Nacho Infante fue fatalmente diagnosticado cuando ya dejaba Tenerife para tomar posesión del Registro de la Propiedad de Marbella. Viendo “Prodigios” imaginé que aplaudía a su nieto violinista desde el cielo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas

Publicidad