El Gobierno sanchista, que tan rácano se ha mostrado con la provincia de Salamanca durante sus cuatro años largos de permanencia en el poder, ha ... deparado dos buenas noticias para esta provincia en los últimos días. Por lado, la inauguración del nuevo juzgado de Vitigudino y por otro, la puesta en marcha de la instalación de una Casa de la Ciencia del CSIC en el bello edificio de María la Brava. Ambas nuevas deben ser celebradas como se merecen, con un “Aleluya” y un “¡Vágame el cielo!”, porque acontecimientos como estos son como el paso del cometa Halley, que no volveremos a verlos en unas cuantas decenas de años.
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Es de bien nacidos ser agradecidos y debemos reconocer que ese juzgado que Vitigudino lleva esperando trece años por fin es una realidad, y ha sido el Ejecutivo socialcomunista el que lo ha conseguido. Y la Casa de la Ciencia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas es un proyecto humilde, que requerirá una mínima inversión de 600.000 euros, pero también es verdad que para sí lo quisieran otras ciudades de España y solo otras tres la tienen. En el caso de las nuevas dependencias judiciales, los gobiernos de Mariano Rajoy tuvieron tiempo de sobra para construirlas y se les fueron pasando las fechas (lo presupuestaron en 2018) sin pasar de las musas al teatro.
El problema de este Gobierno es que a veces convierte las buenas noticias en toda una demostración de sectarismo y fanatismo. Es lo que ocurrió el pasado jueves con la apertura de las nuevas instalaciones judiciales, que los representantes del Ejecutivo convirtieron en un acto de desprecio a las autoridades de Vitigudino y de Salamanca.
Se puede ser más miserable y más mezquino que el secretario de Estado de Justicia, Tontxu Rodríguez, pero para ello habría que hacer un máster. El ex alcalde de Baracaldo, “Tonchu” para los amigos (entre los que no se cuenta el 99% de los vecinos de Vitigudino), protagonizó una auténtica demostración de desprecio y de atentado a los protocolos durante toda la ceremonia. Su demostración de grosería comenzó desde que puso un pie en la localidad. Primero “pasó” olímpicamente de la alcaldesa, Luisa de Paz, y se agarró del brazo de la delegada del Gobierno en Castilla y León, Virginia Barcones, y de la subdelegada en Salamanca, Encarnación Pérez, e hizo como si la máxima representante de Vitigudino no existiera. Después se fue corriendo, junto a las dos representantes del Ejecutivo, para descorrer la cortina de la placa inaugural y hacerse la foto antes de que llegara Luisa de Paz. Acto seguido dio órdenes de que colocaran entre el público tanto a la alcaldesa como al presidente de la Diputación, Javier Iglesias, y prefirió dar la palabra a la directora de la obra de los juzgados antes que dejar hablar a la primera edil.
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El mismo “figura” que Sánchez ha colocado en la Secretaría de Estado de Justicia ya había demostrado su fanatismo el día anterior, al inaugurar la Casa del Pueblo del PSOE en Vitigudino, cuando arremetió contra la alcaldesa y su equipo con todo tipo de insultos, en una actitud inadmisible en un representante del Gobierno de todos los españoles (es un decir).
Aparte de la falta absoluta de respeto y el desprecio hacia quien representa a todos los vecinos de Vitigudino, lo que demuestra la actitud de “Tonchu”, consentida por la delegada y la subdelegada, es el estado de nerviosismo, rayano en el terror, que sufren en Moncloa y sus alrededores ante la perspectiva de perder el Gobierno en las próximas elecciones generales. De aquí a finales de 2023 vamos a ver cómo utilizan todos los resortes del poder para arañar votos como sea y de donde sea.
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Sánchez, sus ministros y sus altos cargos están fuera de sí, y no se dan cuenta de que con espectáculos bochornosos como el protagonizado el jueves solo van a conseguir que no les voten ni los suyos. Porque entre los simpatizantes del PSOE hay mucha gente con vergüenza y educación.
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