Desde mi más tierna infancia he escuchado esa expresión en el seno de mi familia, la frase razonada por mi madre tiene su lógica. Si ... nos comíamos todo era imposible saber si alguien quedaba con hambre, por eso es muy importante que sobre. Teniendo claro que lo que sobraba no se tiraba, simplemente se aprovechaba en otro momento, eso que ahora llamamos reciclar ya estaba patentado desde hace tiempo. Pues mira por dónde, de tanto escuchármelo, un buen amigo ha tenido la luminosa idea de poner en la barbacoa de su casa una placa “made in Sevilla” donde luce esa expresión. La verdad, me hizo gracia y agradecí el detalle y, como una cosa lleva a la otra, brotó la opinión de hoy. Brota porque realmente viendo alrededor y ojeando los medios es fácil, a poca sensibilidad que uno tenga, tomar conciencia de la escasez en la que cada día nos vamos sumergiendo como si de arenas movedizas se tratara. Me da igual la capital que la provincia, cada vez son más las solicitudes de ayuda porque cada vez son más las familias en las que no sólo no sobra, si no que no llega y además falta. Hablo con conocimiento de causa y me uno, a voz en grito, a las manifestaciones y peticiones de Cáritas, Cruz Roja, el Banco de Alimentos, Pan Salamanca y tantas otras entidades que día a día tratan de dar oxígeno a quienes se asfixian por la angustia de no tener algo que llevarse a la boca o vivir en las tinieblas, no sólo porque no pueden pagar el recibo de la luz, si no también por lo oscuro de un futuro incierto. La pobreza se hace cada vez más manifiesta en múltiples y variadas manifestaciones, no se limita sólo a las calles ni a escandalosas realidades de exclusión social. Hay mucha pobreza y necesidad encubierta, no podemos mirar hacia otro lado y es necesario apelar a la conciencia solidaria así como a la búsqueda de una justicia social que encamine la realidad del mundo y la nuestra más próxima hacia una mayor igualdad de oportunidades. No sirve una solidaridad a golpe de corazón, se necesita continuidad. Se necesita, más bien, conciencia social y solidaria. No hay tiempo ni espacio para excusas y justificaciones, todos en mayor o menor medida, de una u otra manera, podemos aportar. Es tiempo de arrimar el hombro, rascar el bolsillo y tender la mano. La pobreza de este momento implica carencias más allá de lo material, bien es verdad que hemos de hacer presente él adagio latino “primun vivere, deinde philosophare”. Y termino con la reflexión de Nelson Mandela que creo necesaria interiorizar: “Mientras que la pobreza, la injusticia y la desigualdad existan en nuestro mundo, ninguno de nosotros podrá realmente descansar”. A ello añado el pensamiento de Platón con el que estoy totalmente de acuerdo: “La pobreza no viene por la disminución de las riquezas, si no por la multiplicación de los deseos”. Ojalá algún día todos podamos decir, como mi madre, “si no sobra es que falta” y tengamos para compartir.
Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión