Sánchez trabaja para el PP

Lunes, 14 de noviembre 2022, 04:00

A Carlos García Carbayo y a muchos de los candidatos del Partido Popular a las alcaldías de la provincia de Salamanca se lo están poniendo ... muy fácil. El inquilino de La Moncloa está haciendo últimamente todo lo posible por arruinar las expectativas electorales de los socialistas allí donde se presenten, salvo en Cataluña y en el País Vasco, porque solo en tierras separatistas y antiespañolas la gestión de Pedro Sánchez será valorada como lo que es: un apoyo incondicional a quienes quieren destruir España.

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Sea quien sea el designado por el PSOE para competir con el actual alcalde, lo tiene muy pero que muy crudo. No solo es que la gestión de Carbayo haya superado la legislatura sin que la oposición lograra morder en ninguno de los grandes frentes municipales, sino que el contexto nacional ofrece todo un vendaval en contra de los aspirantes socialistas. José Luis Mateos y Soledad Murillo (si no hay más ‘voluntarios’ para la inmolación) se disputarán el número uno de la lista al Ayuntamiento el próximo día 11 de diciembre, con la perspectiva de enfrentarse a una derrota que puede acabar en soberano rapapolvo. Y todo gracias a las ‘gracias’ del presidente de su partido y del Gobierno de la nación.

El ambiente ya venía cargado desde que el Ejecutivo sanchista/comunista demostró su incapacidad para enfrentarse a la pandemia y después confirmó su impericia al fracasar con estrépito en la lucha contra la inflación. Pero es que ahora se dispone a aprobar la reforma del delito de sedición para contentar a los golpistas catalanes y eso es muy difícil que se lo perdonen sus votantes de esta tierra. Serán muchos los simpatizantes socialistas a los que esta nueva barrabasada de Sánchez les convenza de quedarse en casa o de votar a otro partido cuando les convoquen para las elecciones municipales de mayo próximo.

Hay veces que se puede votar con la mano en la nariz, pero cuando se juega con la patria, con lo más sagrado, no hay pinza ni colonia que enmascare el hedor.

Lo que está haciendo Sánchez al suprimir el delito de sedición para convertirlo en una simple cuestión de desórdenes públicos rebasa todos los límites de lo tolerable para cualquiera que tenga un mínimo de ética. Porque una cosa es ceder ante las exigencias de los nacionalistas en cuanto a dineros y competencias, ámbitos en los que siempre se han mostrado insaciables, y otra muy diferente es poner el Estado a sus pies, para que se limpien los zapatos y se mofen con total descaro de los españoles de bien. La imagen de un partido y un Gobierno echándose en brazos de los golpistas y modificando el Código Penal para que puedan volver a perpetrar otro intento de separarse de España tendrá un coste electoral indudable, pero parece como si a Sánchez no le importase demasiado el revolcón electoral en las municipales y autonómicas. El pasajero del Falcon solo piensa en mantener unos meses la Presidencia del Ejecutivo, y si de paso tiene que hundir a lo que queda del PSOE, le trae al pairo.

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Alberto Núñez Feijóo se ha comprometido a revertir la reforma del Código en cuanto llegue al poder. Era obligado y esperemos que no llegue tarde. En el PP la reacción ha sido la lógica, como también eran esperadas las quejas lastimeras de Javier Lambán y Emiliano García-Page, cuyas posibilidades de renovar en las presidencias de Aragón y Castilla-La Mancha está mermando Sánchez a golpe de concesión a los golpistas. Bien es verdad que ambos protestan con la boca pequeña, porque en este nuevo-viejo Partido Sanchista el que patalea no sale en la foto ni en la lista electoral. Y el que se presenta lleva las de perder.

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