Tenemos presupuesto récord de la Junta para Salamanca en 2023. No es que sea para tirar cohetes, pero después de varios años de ayuno, ahora ... nos toca un pedazo considerable de ese pastel regional que en ejercicios anteriores. Son 107 millones, 17 más que el año pasado y 14 más que en 2021. No está mal.
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Los procuradores del PP en las Cortes regionales vendieron ayer las cuentas del Gobierno regional como la panacea contra todos los males de Salamanca, y tampoco es eso. Con esa inversión no se consigue blindar a la provincia frente al escenario hostil provocado por las crisis de la energía y la inflación. Si acaso suponen un parche, una tirita en la ancha y profunda herida que la desidia del Ejecutivo sanchista está provocando en España.
El aumento de la inversión de la Junta se produce gracias al empujón de los fondos europeos y el grueso de la inversión se dedica al Hospital, a la tecnología sanitaria y a los centros de salud, es decir, que tampoco aparecen nuevos grandes proyectos que contribuyan a sacar a la provincia del vagón de cola del desarrollo. Pero bueno, menos da una piedra.
Menos da la piedra de Pedro (Sánchez), el presidente del Gobierno, que para el próximo ejercicio mantiene el mismo desprecio hacia Salamanca con el que nos viene castigando desde su ascenso al poder.
Porque también el Ejecutivo nacional disfruta del presupuesto más cuantioso de la historia, y también es gracias a los dineros de la UE, que le han llegado por decenas de miles de millones. Para que se hagan una idea de lo vergonzoso del reparto de las inversiones del Estado para el próximo ejercicio, basta con comparar los 2.300 millones que recibirá Cataluña con los poco más de 60 previstos para Salamanca. Allí tocan a casi 600 millones por provincia, diez veces más que a la nuestra. Y eso porque, como todos sabemos, los pobrecitos catalanes están medio subdesarrollados y padecen una despoblación galopante.
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La Junta dedica a Salamanca casi uno de cada cien euros de su presupuesto (13.800 millones) y el Gobierno poco más de uno de cada mil (583.000 millones). Si Pedro Sánchez invirtiera en esta provincia en la misma proporción que Alfonso Fernández Mañueco, estaríamos hablando de 500 millones de inversión, que no los hemos visto juntos ni sumando todas las partidas de la última década.
El Ejecutivo sanchista-bolivariano no tiene el menor interés en promover el desarrollo de la España vaciada, y menos aún de estos territorios del Oeste donde los votos nunca decidirán si continúa o no durmiendo en La Moncloa, que es lo único que de verdad le interesa.
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Por el momento, en 2023 tendremos un poco de alivio en las cuentas de la Junta mientras que seguiremos recibiendo el castigo y el desprecio del Gobierno. Y eso a pesar de que con los fondos europeos y con la brutal subida de impuestos provocada por la creación de nuevos gravámenes y acelerada por la inflación, el presupuesto del Estado es el más abultado de la historia de España.
A los salmantinos Sánchez nos intenta engañar como a chinos. Primero anuncia unas cifras de inversión escuálidas, insultantes en su nimiedad, y luego ni siquiera las ejecuta, con lo cual suelen pasar las partidas íntegras de un año a otro, sin ni siquiera ponerse colorado. ¿Qué pasa entonces con todo ese dineral del que dispone el Gobierno? Pues resulta que el grueso de la inversión va para las tierras catalanas y vascas, para sufragar el voto vital para Sánchez de los diputados que le sostienen en el sillón presidencial, los indeseables nacionalistas y separatistas cuyo proyecto pasa por la destrucción de España.
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