Memoria histórica

Sábado, 3 de agosto 2019, 05:00

La Alberca, 26 de noviembre de 1977. Hotel Las Batuecas, once de la noche. El dueño, Manolo, ex alcalde, se acerca a la mesa que ... comparten Rodolfo Martín Villa (que ha estado en el Cottolengo), Sánchez Terán, Alberto Estella y alguien más que no recuerdo. “Ministro, le llaman al teléfono” (no había móviles ni el comedor tenía extensión). Rodolfo hace un gesto de preocupación y se ausenta, mientras Salvador comenta, cuando localizan y molestan a un Ministro del Interior aquí, a estas horas, nada bueno puede ser”. A los pocos minutos regresa Martín Villa con crispación contenida: “Me voy inmediatamente a Pamplona, han asesinado al Jefe de la Policía Nacional”. El viejo Dodge Dart oficial parte raudo hacia Navarra y los demás comensales intentamos tomar un amargo postre en silencio elocuente.

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Pamplona, 2 de agosto de 2019, María Chivite, del PSOE (mitad de escaños que Navarra Suma), es investida presidenta de la Comunidad Foral de Navarra gracias a la abstención de Bildu, el partido heredero de la ETA, una de cuyas reivindicaciones es la anexión de Navarra al País Vasco, que ha negociado con el terrorista Arnaldo Otegi. Pero Chivite, “esa secarrona”, como dice un amigo mío, ha sido ya oportuna, vilmente advertida por la portavoz de Bildu: “No olvides que presides gracias a nosotros”.

Cuarenta y dos años separan los dos hechos narrados, y cuarenta asesinatos de la banda terrorista en Navarra por medio. El comandante Imaz había rechazado la escolta porque “si me matan lo harán por la espalda” y porque no quería tres víctimas. Ocho tiros por la espalda, y uno de gracia en la sien, ya en el suelo. ¡Enhoramala, señora Chivite! Pedro Sánchez, traidor. PSOE cobarde, porque muchos de sus votantes y militantes sin duda rechazan este “triunfo” del irresponsable sanchismo, pero callan.

Negociador de esa abstención, el que Zapatero llamó, insultando nuestras entendederas, “hombre de paz” —hay que ser un villano para afirmarlo—, Arnaldo Otegi. Para que todo quedara más claro, este canalla afirmó ayer: “Hay 250 presos de ETA y habrá 250 homenajes”, sabiendo que un Gobierno de Sánchez los tolerará, mirando para otro lado, si es que tales honores no forman parte del pacto con Bildu y su abstención. Volvamos a la memoria, que tanto le gusta a la progresía: Otegi estaba en los comandos etarras que secuestraron a dos figuras de la UCD de Suárez: Javier Rupérez —diplomático y diputado—; y Gabriel Cisneros —ponente constitucional—, al que tirotearon y sobrevivió milagrosamente. Adolfo dio orden de “salvar al soldado Ryan”, y hubo que pagar un alto precio por la vida de Javier: soltar a unos quince etarras. Gaby quedó con secuelas de las balas toda su vida. Un día, mientras esperábamos que nuestros respectivos ministros salieran del Consejo mi amigo Gaby me hizo la confidencia: siento una terrible quemazón en un pie y duermo con él metido en agua fría, mi mujer cambia la palangana cada rato. Las secuelas de aquello, y ésa era la menor, aceleraron su muerte.

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¿Y qué decir del último homenajeado, que salió de la prisión de Topas el pasado día 29 de julio directamente a Oñate, para ser recibido por los suyos como un gudari, un héroe? El angelito Ugarte fue de quienes mantuvieron a Ortega Lara 532 días en un zulo inhumano, y lo abandonaron para que muriera de hambre en aquella zahurda. La víctima fue cofundador de VOX, a cuyos simpatizantes, el verdugo Ugarte — que no ha pedido perdón—, y sus correligionarios, ¡llaman fascistas! El colmo.

Lo de Navarra es muy grave y seguramente resulta insoportable para quienes son allí mayoría y detestan hablar de anexión al País Vasco, infundada desde todos los puntos de vista. Pero también es insufrible para la inmensa mayoría de los españoles, entre los que me cuento. Y si me permiten, con un plus: me apellido Estella, de cuando a las familias no hidalgas le asignaban de apellido el topónimo, el lugar donde residían, por lo que vengo sosteniendo hace mucho que mis ancestros serían de aquella ciudad navarra, asentaba sobre el burgo de Lizarra (nombre de mi heterónimo), por la que siento la lógica atracción, y no precisamente por haber sido la “ciudad santa del carlismo”, sino por su importancia en aquella querida Comunidad Foral, que algunos quieren unir a las tres provincias vascas, por las buenas o por las malas. Desde ayer el sanchismo contribuye irresponsablemente a ello. Lo ha dicho con su habitual claridad y rotundidad Cayetana Álvarez de Toledo, desde ayer portavoz del PP en el Congreso: “Sánchez anexiona Navarra a la indignidad de su proyecto”.

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