Manual de silencio para políticos

Jueves, 9 de junio 2022, 05:00

Ignoro si se ha escrito un libro sobre las virtudes del silencio en política, pero cada día me parece más necesario. Un texto en forma ... de manual, que fuera de lectura obligatoria para todo aquel que ostente un cargo orgánico o institucional.

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Porque cuando no se tiene nada que decir, se está mejor calladito. Sobre todo cuando se quiere hacer un balance triunfalista y los logros brillan por su ausencia. Entonces lo mejor es dejar pasar la fecha y quedarse a resguardo en lo más oscuro de la sede del partido.

Lo digo por la rueda de prensa que protagonizó el pasado lunes el secretario provincial del PSOE salmantino, David Serrada, en la que intentó sacar pecho por tanto como ha hecho por Salamanca el Gobierno de Pedro Sánchez al cumplirse cuatro años de su mandato.

En realidad, y por mucho que el también diputado socialista intentara sacarle brillo al balance, la exhibición de las grandes inversiones del Ejecutivo sanchista en esta provincia puede reducirse a una cifra que ronda el cero absoluto. En estos 48 meses, que suman 12.460 días, nada de nada.

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Lo peor del compendio de olvidos en que se convirtió la intervención de Serrada es que intentó justificar la paralización de las obras del Estado en Salamanca (la electrificación de la línea férrea a Fuentes de Oñoro y el enlace de Buenos Aires entre las más importantes) achacando su desidia a que eran “proyectos aparcados por Mariano Rajoy”. No es cierto que el anterior Gobierno del PP se hubiera olvidado de esas inversiones, pero aunque así fuera, Sánchez ha tenido cuatro años para “desaparcar” las obras. Después de 48 meses, el Gobierno socialista sigue en la redacción de los proyectos y para cuando quieran empezar a mover las máquinas, igual Sánchez ya no está en La Moncloa.

Lo cierto es que año tras año, el Ejecutivo ha presupuestado migajas para Salamanca y ni siquiera esas minucias las ha acabado ejecutando. Las prioridades de Sánchez durante esta legislatura (es la suma de dos medias) han sido, por este orden, contentar a los separatistas catalanes, favorecer a los separatistas vascos, gastar a manos llenas en los proyectos de ingeniería social de sus coaligados comunistas, y finalmente, con lo sobrante, atender las necesidades de los gobiernos municipales y regionales de signo socialista. Aquí en Salamanca tenemos PP por todos lados (Ayuntamiento de la capital, Diputación y Junta) y no hay manera de rascar bola.

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Otro que no conoce las virtudes del silencio es el vicepresidente de la Junta, Juan García-Gallardo. El de Vox volvió a arremeter en las Cortes contra la procuradora con discapacidad, la socialista Noelia Frutos, a la que ya le faltó al respeto en el pleno anterior. Primero se negó a pedirle perdón (lo hizo el presidente Mañueco por él) y ahora dice que la mujer no le dejó disculparse y que iba “predispuesta de antemano a hacerse la ofendida”. Las intervenciones de Gallardo comienzan a provocar pavor, pero no en la bancada de la oposición, sino entre los consejeros y el presidente del PP.

Otros de Vox sufren el mal contrario al padecido por el vicepresidente de la Junta: no hablan cuando deberían. Por ejemplo, el consejero de Cultura, Gonzalo Santonja, perdió una buena oportunidad de ganar puntos ante los salmantinos este martes pasado, cuando no hizo ninguna declaración tras conocerse la noticia de que el Gobierno sanchista había decidido ubicar en La Rioja el Observatorio Global del Español, cuya sede ‘natural’ debería ser Salamanca. Pero parece que no tenía nada que decir de ese tremendo feo que se le hace a esta provincia.

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Sí habló la viceconsejera de Cultura, Mar Sancho, pero con tanta tibieza y languidez que no dejó claro si estaba a favor o en contra. Si le hubieran preguntado a Serrada, hubiera dicho que la culpa es de Rajoy.

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