Los artistas del caos

Jueves, 4 de agosto 2022, 05:00

Una duda: ¿Estamos ante una hábil maniobra del Gobierno para envolvernos en el caos, de manera que entre el aire acondicionado, las revisiones de las ... calderas y el abandono de las corbatas nos olvidemos del paro de julio y de la escalada de precios que nos ahoga?

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Pudiera ser, aunque eso supone concederle a Pedro Sánchez la condición de avispado estratega que, de haberla tenido en algún momento, hace mucho que perdió. Yo me malicio que lo que ha hecho el presidente del Gobierno antes de subirse al Falcon para disfrutar de tres semanas de vacaciones (me parecen pocas, porque mientras más descanse menos daños provoca) ha sido lanzar sus medidas de ahorro energético para que los españolitos de a pie nos pasemos el ferragosto discutiendo, intentando aclararnos sobre su alcance y pataleando por lo absurdo de todo ello.

A Sánchez le dejaron muy clara en Bruselas la obligación de ahorrar gas durante los próximos meses, y, tras negar inicialmente la intención de obedecer por aquello de la defensa de los intereses patrios (muy bueno eso de echarles en cara a los alemanes su derroche gasístico al haberse arrojado en brazos de Putin para devolverles el insulto de cuando nos llamaban manirrotos a los españoles por lo de las cajas de ahorro) ha acabado por acatar la propuesta con limitado entusiasmo. Suficiente para aprobar unas medidas de brocha gorda pero insuficiente como para trabajar en consensuarlas y pulirlas de forma que resulten aplicables. Para mí tengo que el Gobierno carece de la más mínima intención de cumplir y hacer cumplir las restricciones, porque sabe que no van a ningún sitio y es consciente de que poner multas millonarias a los desobedientes solo le va a acarrear impopularidad y disgustos.

Vamos, que si Europa dice que tal, pues hacemos como que tal, y salimos pitando a La Mareta para tumbarnos panza al sol que es lo que mola.

Desde luego, si las privilegiadas mentes de ese ejército de asesores que rodea a Sánchez hubieran diseñado el plan para sembrar el caos con el apagón de los monumentos o la inclusión o exclusión de la hostelería entre los perjudicados por el cerrojazo energético, habría que concederles una medalla, porque han logrado confundir a todo el mundo, incluidas varias de las muchas ministras que tiene distribuidas por los innumerables departamentos gubernamentales que ni se han aclarado ni se aclaran.

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Con tanto vaivén, al alcalde de Salamanca le han obligado en balde a ejercer de rebelde, plantándose ante la obligación de apagar las luces de los monumentos a las diez de la noche cuando después el Ministerio de turno ha rectificado y ha sacado las luces artísticas del saco de las prohibiciones. Los hosteleros salmantinos hubo momentos, unas horas, en que se vieron fuera del ‘termometrazo’ de los 27 grados, pero al final no se han librado, con lo cual a la indignación por lo absurdo de la medida se suma el cabreo por los bandazos gubernamentales. Los comerciantes de la capital y provincia están que trinan, porque tras obligarles a hacer reformas por la covid para mantener sus tiendas bien aireadas, ahora les imponen unas puertas correderas para mantener la climatización con un coste y unos plazos sencillamente imposibles de cumplir. A los hosteleros los han puesto de los nervios, porque a 19 grados e invierno y 27 en verano no hay quien disfrute del vino, la caña, el pincho o la comida. Todos ellos se preguntan de dónde van a sacar tiempo y dinero para acometer las reformas que les imponen Sánchez y sus mariachis. No hay técnicos de gas ni instaladores de puertas con cierre automático para tanta demanda como se va a acumular de aquí al 30 de septiembre. Algunos no saben ni en qué país viven.

En fin, que todo esto no va en serio.

Yo cuando Sánchez recorte un ministerio, aunque solo sea uno, o despida a un asesor, aunque solo sea uno, me quito la corbata. Antes, no.

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