El índice más usado para medir la inteligencia de los individuos es conocido como CI y, según los expertos no ha hecho sino crecer en ... las últimas décadas. El profesor español de Psicología Roberto Colom lo explicaba así:
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“Factores del entorno, como las mejoras en la nutrición, en la educación y en los cuidados sanitarios, tienen un gran impacto en que el sistema nervioso funcione mejor y, por tanto, en el incremento intergeneracional de la inteligencia. Es algo obvio: resulta más fácil dedicar energía a desarrollar capacidades intelectuales si tienes cubiertos aspectos básicos para la supervivencia”.
Sin embargo, hace unos meses dos economistas noruegos, Bertil Bratsberg y Ole Rogeberg, publicaron un artículo en la revista científica PNAS sosteniendo lo contrario. Esa conclusión lo obtuvieron con las pruebas de inteligencia a las que son sometidos los reclutas noruegos, concretamente 730.000 jóvenes de 18 años que fueron llamados a filas en ese país nórdico entre 1962 y 1991. Lo malo es que parecidos estudios realizados en Francia, Finlandia, Suecia, Alemania y Holanda van en la misma dirección.
A partir de estos datos, el antropólogo británico Edward Dutton escribió lo siguiente: “Nos estamos volviendo más estúpidos y tenemos que hacer algo para detener esa tendencia”.
Los citados economistas noruegos señalaban como causas de esa caída el estilo de vida, un sistema educativo mal planteado y el abuso generalizado de las nuevas tecnologías.
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Si nos pasamos el día pegados a un móvil que lo busca todo por nosotros, no es de extrañar que el cerebro se anquilose. Si nuestros niños, desde su más tierna edad, no sueltan la consola, es lógico que pierdan capacidades. Capacidades que se desarrollan en interacción con la realidad, que siempre es compleja.
En efecto, las llamadas nuevas tecnologías pueden deteriorar nuestra memoria, ya que nos permiten vivir sin utilizarla demasiado. ¿Cuántos números de teléfono se sabe usted? Tal vez haya notado que cada vez hay menos gente capaz de indicarnos cómo llegar a una dirección sin usar el móvil. ¿Para qué molestarse en aprender algo que seguro que está en Google? ¿Qué se consigue con la Wikipedia sino olvidarse de leer?
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Y yo me pregunto: ¿para qué aprender a multiplicar o dividir si una aplicación del móvil me da las respuestas?
Por otro lado, notables neurólogos aseguran que el cerebro es como un músculo: cuanto más se usa, más fuerte se vuelve, por eso se puede mejorar la inteligencia a lo largo de la vida.
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