La política municipal está que arde a cuenta de los incendios. Fernando Castaño, el concejal de Ciudadanos que tiene días inspirados junto a otros en ... los que se pasa tres pueblos, llegó a decir que Castilla y León tiene el peor gobierno en el peor momento imaginable, que es el momento en el que el monte arde y no hay quien lo pare.
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Tiene razón el edil naranja y responsable de la concejalía de Turismo cuando critica a Alfonso Fernández Mañueco por no haber dado la cara durante la crisis de los grandes fuegos de julio, pero de ahí a sugerir que tiene que dimitir el presidente y no el consejero de Medio Ambiente... La verdad, no creo que la comparecencia de Mañueco ante los micrófonos, que moralmente podía ser una obligación, hubiera conjurado el nefasto balance de los incendios que arrasaron Salamanca o Zamora. Y asegurar que estamos ante el peor gobierno regional posible, también es pasarse de frenada. No hace falta más que imaginarse qué sería de Castilla y León con una Junta en la que compartieran el poder el socialista Luis Tudanca y el naranja Francisco Igea. Eso sí que hubiera sido una política de tierra quemada.
Los ataques de Castaño a la Junta de PP y Vox no nos pillan de sorpresa, porque el responsable municipal de Turismo ha dado sobradas muestras de que no se casa con nadie, y no se ha cortado nunca un pelo a la hora de arremeter contra la Junta, incluidos sus compañeros de partido, así fueran la entonces consejera de Sanidad, Verónica Casado, o el ex vicepresidente de la Junta y supuesto líder regional de su formación, don Paco Igea. Por cierto, ¿quién manda en Ciudadanos de Castilla y León? ¿Hay algún síntoma de vida en la sede regional del partido de Inés Arrimadas?
En fin, lo que sí ha quedado claro tras la filípica lanzada en el último pleno municipal, es que Fernando Castaño no está buscando un hueco en las listas del PP en las próximas elecciones municipales, como quizás sí está haciendo alguno de sus compañeros.
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El ataque de Cs al PP llegó con motivo de una moción sobre los incendios a la que los populares se opusieron porque sí, porque se oponen a todo lo que plantee la oposición, y que al final salió adelante porque los naranjas se abstuvieron y pillaron a sus compañeros de coalición con el pie cambiado.
La moción que pretendía ser un varapalo a la Junta de Mañueco, la verdad, no tenía desperdicio, ni tampoco aprovechamiento. Lo que pedían los socialistas junto con IU y Podemos eran iniciativas que, o bien ya están en marcha, o bien corresponden al Gobierno de Pedro Sánchez. Pedían que el Gobierno regional disponga de un operativo antiincendios durante todo el año y que dé respuesta rápida a los fuegos, que es lo mismo que anunció el consejero de Medio Ambiente en su célebre comparecencia en medio del desastre. Y al mismo tiempo se solicitaba que se reconozca a los trabajadores forestales la condición de bomberos, que es una iniciativa que corresponde al Ejecutivo sanchista y no a la Junta.
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En fin, que los concejales del PP podían haber aprobado el texto con alguna pequeña modificación (le sobraba eso de que el dispositivo antiincendios tiene que ser “totalmente público”) y se habrían ahorrado el bochorno de perder una votación que, por otro lado, no va a ninguna parte, como sucede con todas esas proposiciones que instan a otras administraciones a hacer esto y aquello, y que no sirven más que para perder el tiempo de los plenos municipales en debates estériles.
Tampoco estuvo especialmente acertado el representante del PP, Ángel Fernández Silva, cuando acusó a la oposición de no buscar con su moción proteger los bosques “sino de hacer leña del árbol caído”. Eso es tanto como reconocer que el tronco del consejero Suárez-Quiñones ha rodado ya por los suelos. No fue el símil más acertado.
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Quizás el humo que sobrevolaba el salón de plenos contribuyó a confundir a unos y a otros.
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