Huida del ‘mundanal ruido’

Miércoles, 30 de diciembre 2020, 08:45

La pandemia ha puesto en valor la vida retirada, ora el confinamiento ciudadano, ora la vuelta al campo, donde no hace falta ser Fray Luis ... de León para gozar “un no rompido sueño”, aunque sea durante el tardío -que ha sido regalón- o en este invierno, en que “el cierzo y el ábrego porfían”. Por parte viejo y por mor del virus, vivo retirado, “entre las ruinas de mi inteligencia” (Gil de Biedma dixit), en un cuarto de la dehesa que antaño adquirió Lisardo Sánchez para criar su ganado bravo. Un pedazo del mar de encinas charro, cuyos crepúsculos y auroras son indescriptibles e invitan a la contemplación, el silencio, la escucha, los pensares, la plegaria, los recuerdos de una larga existencia. Me alimento con algunos libros y “una mesa -no precisamente pobrecilla-, de amable paz bien abastada”.

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No es tiempo de tenderse a la sombra -como el agustino en su oda-, ni tampoco “he dormido en la majada sobre un lecho de lentiscos” -como Gabriel y Galán con los pastores de su abuelo-, pero me he procurado lo que mi querido Victorino llamaba una sosiega y, ya descansado, me he puesto frente al folio. No percibo “el mundanal ruïdo” del que huyó sabiamente Fray Luis, pero echo de menos algunas personas y ciertos sonidos. De aquellas falta Ramiro, el mayoral de Lisardo, conocedor leal y de discreta eficacia, de esa raza de vaqueros que mueren a caballo y con las espuelas puestas. Se marchó a cabalgar nubes, pero sus esparcidas cenizas fecundan ahora los pastos de la dehesa de sus desvelos.

Aquí hay silencio, pero también conciertos. No volveré a escuchar la berrea de los venados, ni los cencerros de los bueyes, pero oigo el viento entre los álamos, la alondra y el mirlo, el zumbido del abejorro en el madroño, el gruñido de los cerdos en la montanera; y pronto regresará del espigadero armuñés al ovejeril, el rebaño, su manso rumiar, sus balidos y las esquilas de los carneros; y mientras carean y hacen majada, se arrancará alguna torcaz de una rama con violento aleteo; y a la noche, ululará lastimero el cárabo de la encina hueca. Algunos “ciudadanos”, a cuenta de la pandemia, hemos “descubierto” el campo. Feliz 2021.

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